También la eternidad palidece con la llegada del momento. El tiempo del reloj da las horas, que segmentadas se hacen infinitas y eternamente abstractas, pero es el momento lo que origina que el tiempo dé las horas, y que ellas no terminen, como el sentido origina los lenguajes con sus traducciones. Momento de espera, de añoranza, de reencuentro, a la luz del cual todo lo demás se vuelve indiferente hasta casi desaparecer, como hacen los árboles y bosques para el corazón amante, siempre expectante.
Reflexión del 8 de septiembre
Reflexión del 8 de septiembre
Momentos ensombrecido por la conciencia de las horas.
ResponderEliminarPreciosa entrada, David.
Muchas gracias, Robbin.
EliminarComo dicen los clásicos: el Instante es la Eternidad. O mejor, la eternidad es sólo el instante.
ResponderEliminarAsí es.
EliminarJankélévitch y su presque rien de l´instant. Angelopoulos y su eternidad y un día. Tarkovski con su nostalgia y su secreta zona.
ResponderEliminarTus últimas reflexiones desnudan tu alma ante quien pueda contemplarla.
Así es, referencias que apuntan a lo mismo, y con ello, al alma humana.
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