Estas palabras de Eduardo Chillida son antídoto contra el mundo zombi en el que estamos. Ir a tientas se ha convertido, sin duda, en la mejor medicina contra la apatía y el letargo universal. Sobre el tema, escribo un texto largo que titulo "Elogio del recibimiento. Hacia una educación no competencial", que saldrá próximamente.
domingo, 14 de diciembre de 2025
viernes, 12 de diciembre de 2025
Estabilidad acelerada
Una vieja locomotora, vestida de blanco, avanza poderosa sobre los viejos raíles, corriendo un mundo de progreso y tradición.
Sueño de diciembre
sábado, 29 de noviembre de 2025
El arte de enseñar
Un profesor
es quien es capaz de reunir. No reúne botijos, cromos, álbumes o sellos, sino personas. Reunir a personas no significa despacharlas con cualquier discurso o speech, sino hacer que se sientan
integradas, acogidas, escuchadas. Enseñar es el arte de reunir, incluso entre
quienes se empeñan en ser dispersados y sólo están ahí para hacer pasar el
tiempo.
El maestro es quien hace de la palabra lazo y del vínculo ocasión para seguir reunidos.
jueves, 27 de noviembre de 2025
Quiero contarle al mundo (Fragmento)
Quiero contarte un cuento sobre una
llave que no fue usada...
...sobre un aula de clases a la que no
se acudió...
...sobre un patio de recreo que fue
silenciado...
...sobre un libro que no fue leído...
...sobre una solitaria granja sitiada y
sobre sus frutos que nadie recogió...
...sobre una mentira que no se descubrió...
...un cuento sobre una iglesia en la que
ya no se reza...
...y una mezquita que ya no está en
pie...
...y una cultura de la que ya no se
disfruta...
Quiero contar un cuento sobre un techo
con hierba y lodo...
...sobre una piedra que se enfrentó a un
tanque...
...y sobre una empecinada bandera que se
niega a ser arriada...
...sobre un espíritu que no puede ser
derrotado...
...quiero contarle al mundo un cuento.
NÁHIDA IZZAT, matemática y escritora
palestina, nació en 1960 en Jerusalén y debió exiliarse junto con su familia
tras la Guerra de los Seis Días en 1967. Vive en el Reino Unido.
domingo, 23 de noviembre de 2025
Sueños de noviembre
Una ciudad de puntos destellantes me seguía mientras caminaba desprovisto de hogar y mochila. Atravesaba valles y soles, prados y verdes, aguardando solo a encontrar en ella algo de mi insignificancia. De pronto, haciéndose el paisaje pequeño, una casa rota de piedras anaranjadas interrumpía mi paso mientras las paredes se volvían de plástico y la entrada se estrechaba hasta volverse de juguete.
Me esperaba con los ojos abiertos, y entraba deshaciéndose la cera de los techos y cayendo los pájaros del cielo.

viernes, 14 de noviembre de 2025
¿Por qué miramos lo que no queremos ver?
A mi padre, que me hizo amar el cine
Si de niño me despertaba con fiebre -no con demasiada, porque entonces tendría que permanecer en la cama, pero sí con la suficiente para no tener que ir al colegio y poder levantarme-, me dirigía al salón para tumbarme sobre los dos cojines y encender el vídeo de VHS. Hablamos de principios de los noventa, cuando en televisión reponían ciclos de cine clásico en horas razonables y los programas de cultura se podían escuchar. Uno de aquellas mañanas, lo recuerdo muy bien, vi por tercera o cuarta vez La ventana indiscreta, de Alfred Hitchcock, pero la vi con ojos especialmente penetrantes, más abiertos de lo habitual, como si aquella película me fuera a pertenecer un poquito más, o yo fuera a pertenecer a ella.
Pasados unos cuantos años escribo este texto que titulo ¿Por qué miramos lo que no queremos ver? Una aproximación al cine de Alfred Hitchcock y David Lynch, y que publica en su último número la Revista Ábaco.
Poder llegar a tiempo
¿Qué significa enseñar? ¿A qué se dedica verdaderamente un profesor de
instituto? Un profesor procura que a su alrededor todo fluya, toda corra, todo
esté en su lugar. Un profesor procura que los alumnos estén sentados donde
deben, y que no se levanten cuando no deben. Un profesor procura que las
palabras no suenen cansadas y que el tono llegue hasta el penúltimo de la fila.
Procura cerrar la puerta a tiempo, y abrirla cuando suena el timbre de salida.
Un profesor procura alcanzar su pupitre y centrarse antes de que los alumnos se revuelvan. Procura que los compañeros de siempre no traigan malas
caras y, cuando las traen, que aún sonrían cuando suena la llegada.
Un profesor procura subir las escaleras de los viernes, sin olvidar de nuevo las llaves. Procura no mirar a quienes giran la cabeza y sonreír a
quienes los hacen los lunes de febrero. Procura mirar las actas y ver qué pasa
si se pone una palabra del revés; sentarse en su sitio de siempre, quizá junto
a esa persona que alguien amó pero que siempre calló. Y que las plantas crezcan
hacia arriba y los soles sigan calentando, y que los alumnos compartan y no se
den patadas en la espinilla.
Y procura, cada mañana, después de todo, poder llegar a tiempo.
jueves, 6 de noviembre de 2025
Aire, palabras y obra
Comparto este
poema que escribe mi padre, y que habla de las palabras que devoran y renuevan
el mundo. ¿Qué conserva la transmutación de la Palabra? ¿Qué pérdida es esa que
deja el poema en el camino? ¿Y qué es lo que gana con el color, el canto y el metal?
Siempre estaba atento a la voz que le dictaba
para escribir las palabras que luego eran ya suyas
con su afilada pluma
sus hojas blancas
la tarde
las horas
el silencio
y cuando se secaba la plumilla tentaba el tintero
y a veces no acertaba a clavarla en el vientre de la tinta
y tentaba el aire limpio de las afueras
y así escribía unos versos entonces transparentes
y al leerlos despacio se admiraba de ellos
y de la voz muda que los dictó en silencio
y los hacía suyos su memoria
y poco a poco en su taller los llevaba a ser pinturas con signos de
colores
y esculturas de hierro y aire
y notas cantadas por pájaros en selvas inacabables
y rezos de monjas ensimismadas y místicas
aquellas palabras invisibles que al tentar el vacío del tintero eran
llegadas
llenaban las estanterías que amueblaban los sueños.
Miguel Porcel,
Octubre, 2025
miércoles, 5 de noviembre de 2025
Nuevo encuentro
El próximo jueves 20 de noviembre, con eso de que celebramos el Día Mundial de la Filosofía, recibiremos en nuestro instituto al escritor, filósofo y poeta Rubén Figaredo, durante el recreo en la biblioteca, y luego para nuestro alumnado de 1º de Bachillerato en una charla con coloquio que promete ser de lo más interesante. Leí La Red Típula y quedé absorbido por ella, por su ingenio, la agudeza de sus reflexiones y la belleza de sus paisajes.
En este encuentro amigable saldrán temas como el poder tecnológico y sus derivas, la lucidez como forma de resistencia o el miedo a la libertad en escenarios cada vez más acelerados y automatizados. De principio a fin, un día con Rubén y la filosofía.
Y mil gracias al estupendo equipo de Biblioteca capitaneado por Belén:
https://miralibro.wordpress.com/.../libro-del-mes-la-red.../
Saber mirar
La sociedad de los triunfos y fracasos es la sociedad perdida, aquella
que uno nunca llega a tener. Es la sociedad de la que uno quisiera mantenerse
retirado, pero que, una y otra vez, vuelve sin pedirte permiso. Saber mirar
puede ser la salida.
viernes, 31 de octubre de 2025
Los días en la educación
Los días en la educación son como aquellos veranos de los pueblos, cuando las nubes se convertían en luz que hacía cálida el resto de la tarde. Los días en la educación son de lloros y de risas, de alegrías y de penas, de tropiezos y de tropezones, de panes y bizcochos, de reuniones y palabras que a veces se pierden pero que no por ello cabalgan solas. Los días en la educación son de encuentros y de sustos, de anhelos y agradecimientos, de miedos y sudores, cuando todos, adultos o niños, profesores o conserjes, nos hacemos más humanos. Los días de la educación son de timbres y protocolos, de ritmos y acelerones, de avisos y de alarmas, de sueños no dormidos y noches acompañadas. Y son días de aciertos y desaciertos, de juicos y prejuicios, de asaltos y sobresaltos, cuando nos acercamos a los otros para pedirnos, solo, una sonrisa.
Los días en la educación son días de amor y aventura, cuando la vida te decía que es ahí donde tienes que estar.
martes, 28 de octubre de 2025
Pueblos
Los pueblos nacerían de la confianza y la necesidad. Se asentarían sobre tierra fértil al lado de un río y esperarían crecer juntos. Sus gentes irían a llenar su cántaro de agua mientras las campanas anunciarían la llegada del crepúsculo. Los niños reirían y las madres despreocupadas harían sus labores. Los pueblos aguardarían a ser calentados por el sol y enfriados por la noche, como queriendo permanecer unidos por la confianza y la necesidad.
lunes, 20 de octubre de 2025
Detención
viernes, 10 de octubre de 2025
Jaque al conseguimiento
Pese a lo valioso que es saber recibir, la
vida moderna nos insta a iniciar movimientos de dirección totalmente distinta.
Olvidamos que la vida, con su presencia y verdad, es recibimiento. Recibimos el
nacimiento, pero también el primer amor, la dicha y la desdicha, la infancia y
la vejez, la muerte del ser querido y la propia. Y es preocupante el modo como
nuestras sociedades nos distraen de este hecho, haciéndonos creer que las cosas
importantes son las que se consiguen y que en nuestro deber está destacarnos de
los demás para ser quienes verdaderamente merecemos ser. «Hoy voy a conseguir
todo lo que me proponga», leía el otro día en una de las paredes del instituto.
Se nos educa en la promesa de alcanzar vidas mejores a base de entrenamiento y
duro ejercicio, cuando lo verdadero solo puede ser recibido. Se nos enseña a
obtener cosas, que si títulos académicos, una buena carrera profesional,
infinidad de likes, una vivienda
digna, una vejez tranquila, cinco o seis semanas de vacaciones al año, y nos
perdemos en la carrera desenfrenada temiendo no ser nada por no conseguir nada.
De pronto las metas conseguidas van pesando a nuestras espaldas y, cuando nos
queremos dar cuenta, descubrimos que en la vida no hemos hecho más que
conseguir cosas. «¿Qué has hecho en la vida?» Se nos pregunta. ¿Y por qué no
«qué te ha dado la vida»?
sábado, 6 de septiembre de 2025
Saltos rutinarios
Los
horarios imponen orden y disciplina donde antes no había nada. Pronto, muy
pronto, tendremos que adecuar nuestros relojes y despertadores a las pautas que
los días repetirán. Quizá, una o dos mañanas sean más llevaderas, quizá podamos
dormir un poco más o salir un poco antes. Pero también esto acabará
normalizándose y tendremos sed de fin de semana. Sin embargo, la rutina, el orden,
la disciplina, son, al mismo tiempo, condición para salir de ellos e iniciar
nuevas partidas. Por ejemplo, para encontrar esos momentos de perfecta
regularidad que dejan vacante la mente pudiendo diseñar nuevos planes de
acción. O para descubrir en la uniformidad el trampolín que necesitamos y asaltar
nuevos universos. La rutina nos abre a ese espacio de relativo sosiego desde el
que poder trabajar más ofensivamente, provocando cuanto nos rodea
descubriéndolo de manera distinta, llevando al conocimiento a nuevas
temperaturas, generando en los alumnos nuevas formas de pensar que, de otra
forma, doblegadas a la obediencia que impone la disciplina, jamás hubieran
tenido lugar.
domingo, 31 de agosto de 2025
Comienzo de curso
¿Qué nuevas aventuras nos deparará el nuevo curso? ¿Qué
haremos para que sea, de nuevo, un año inolvidable? ¿Cuáles serán los esfuerzos
que nos sobrepasarán y cuántas las noches que no dormiremos para llevarlos a
cabo? ¿Qué curvas tomaremos y cuáles dejaremos atrás para siempre? ¿De qué
llanuras nos aburriremos y en cuáles nos sentiremos reconfortados? ¿Qué nuevos
filósofos y filósofas aprenderemos en el curso del conocimiento? ¿Abriremos lo
suficiente las puertas para que llegue lo inesperado? ¿Jugaremos a ser dioses y
evitaremos el castigo de la desmesura? ¿Nos vacunaremos contra el sistema y lo
buscaremos para continuar explorando? ¿Aprenderemos mucho o aprenderemos poco?
Iniciar el curso es abrirse a uno mismo, a lo que podemos lograr y a lo que
pueden hacer que logremos. Esencialmente, es un acto de compromiso y de coraje.
martes, 5 de agosto de 2025
Llevados de la mano
No buscamos, sino que somos enviados al origen. Nos empeñamos en recordar, en construir vidas que no fuimos, en conquistar cimas que poco o nada tienen que ver con nosotros. Nos empeñamos en conducir, cuando somos llevados de la mano.
domingo, 6 de julio de 2025
Escondidos
Hay un momento a partir del cual lo peligroso, lo abrasador, no es la luz que nos llega de fuera sino la que brota poderosamente desde nuestro interior. Es el momento en el que el espectador descubre, no sin asombro, que su mirada, escondida, persistente, incisiva, ha producido sobre el mundo cambios lo suficientemente graves como para tener que protegerse de una amenaza que antes no existía. Es la reacción del voyeur, del morboso mirón, del insaciable curioso, que descubre atónito que lo que empezó siendo una mirada ingenua, distraída, puede terminar convirtiéndose en verdadera tragedia. Y es que la mirada, cuando no es la del niño que mira a su madre o a la luz del primer día; cuando es intencionada y se clava sobre el objetivo como haría el cazador agazapado; y más todavía, cuando es persistente, obsesiva, visceral, es potencialmente agresora e hiriente. Hay miradas que matan, que destruyen no sólo lo mirado sino el cuerpo que mira. El cine y la literatura se llenan de mirones de todas clases, de morbosos personajes que no terminan de soportar la monotonía de una vida vulgar y se lanzan a escenarios provocados por una mirada que parece haberlos escogido para desplegarse en todo su potencial.
El cine de David Lynch es una mirada hacia las profundidades del ser humano de quien se sitúa fuera de sí mismo, retirándose del parloteo interior de las preocupaciones y asomándose a lo que el mundo pueda disponer. Es una mirada paciente, persistente, escondida. La mirada escondida es también refugio de quien teme ser mirado. Sitúa a los personajes de sus películas –pienso, por ejemplo, en Terciopelo azul y Mulholland drive- en primera escena, como haría el maestro Alfred Hitchcock de La ventana indiscreta. Son personajes asfixiados por la cotidianidad que buscan en lo otro lo que no encuentran en sí mismos. Se esconden bajo la cama, en la oscuridad de un armario ropero, en la soledad de la noche alumbrada, y esperan a que se sucedan las cosas que no pueden ver quienes viven apegados al murmullo interior y a las preocupaciones cotidianas. Su morbosa curiosidad los obliga a retirarse del escenario de la existencia y a salir de la trama de obligaciones para situarse en el espacio de lo recóndito. Como el personaje de Wakefield del relato de Nathaniel Hawthorne, abandonan la penosa tarea de cargar con su vida para situarse fuera de cualquier alcance y ver con mirada telescópica lo que el mundo tiene que mostrar.
sábado, 28 de junio de 2025
Final de curso
Noches de
ensueño y desenfreno, de ríos que pasan mientras las aguas se llevan las
impurezas de la memoria. Apagones temporales y vahídos amarillos en la terraza
de los fumetas. Palabras afectivas que se dicen con las manos y bailes
infantiles mientras los corazones laten con la fuerza de entonces. Cubatas de
exceso arrojados al vacío, y otros que vuelven para seguir bailando hasta el
último de los ratos. Compañeros que son amigos cuando preguntan por el sentido
de tu último libro, o cuando ves que otros han hecho casa en el instituto de
Miralbueno. Familias que se recogen para emprender el nuevo día, o la semana,
con eso de que también hay lunes y martes. Palabras temblorosas que no sabías
si decirlas hasta la segunda cerveza. Abrazos que te dicen que irás también el curso
que viene, compañeros que se van y otros que quedan. Bancos desalojados,
canciones olvidadas, chupitos no bebidos, sonidos que no llegan, y recuerdos
que no arrancan. Noches de luz donde los gestos dicen más que las palabras
porque ya no importa lo que digas. Pequeños rencores y aclaraciones, perdones y
gracias, que se van con el último cubata antes de abandonar la sala. Rituales
necesarios, que nos devuelven a la vida y hacen del siguiente curso el curso que viene. Momentos de amistad, gozo, desvergüenza, donde ya solo quedan
las hojas para taparnos los genitales y seguir bailando el resto del verano.
martes, 17 de junio de 2025
¿Malos alumnos o malas escuelas?
Cuando era estudiante pasaba horas dibujando bocetos de paisajes o preguntándome qué habría al otro lado del Universo. ¿Por qué sentimos lo que sentimos cuando nos enamoramos? ¿Por qué el cielo es azul y el fuego no se puede apresar? Recuerdo que esas preguntas venían una y otra vez sin que nadie fuera a darme una respuesta. Veía el colegio, y luego el instituto, como lugares encerrados entre paredes y timbres, donde se nos obligaba a memorizar series de contenidos que poco o nada tenían que ver con nuestra realidad y lo que en ella había de preocupación. Sabía que tenía que cumplir con los preceptos de profesores y tutores y guardaba para mí aquellas preguntas que luego, en la vida adulta, aparecieron en forma de reflexiones y textos más elaborados. “¿Por qué sentimos lo que sentimos cuando nos enamoramos?” Me animé a preguntar anónimamente a uno de aquellos sexólogos que venían de paso, y cuya respuesta fue obviar la pregunta: “¿Por qué va a ser? Porque nos enamoramos”. Ahora veo en muchos de mis alumnos lo que antes veía en mí mismo: apatía hacia el aprendizaje impuesto, desinterés camuflado, libretas llenas de dibujos y palabras de baúles imaginarios. Ahora veo en muchos de ellos que la escuela, si algo debe ser, es lugar para el acogimiento y la estimulación de esas primeras grandes inquietudes:
“Como profesor de enseñanzas medias, siempre he sentido predilección por
los malos alumnos. Algunos eran mucho más creativos e inteligentes que sus
compañeros, con notas más brillantes y actitudes más previsibles. Conservo un
recuerdo particularmente afectuoso de Jimmy. Era un chico delgado, con el pelo
alborotado y unas gafas de pasta roja. Se pasaba las clases dibujando. No le
preocupaba suspender. Era educado y respetuoso, pero se aburría y prefería dar
rienda suelta a su imaginación. Sus dibujos reflejaban sus lecturas: Poe,
Tolkien, Lovecraft. Hablar con él resultaba agradable, pues era apasionado,
reflexivo y soñador. Vivía en un mundo diferente al de los demás. Sus compañeros lo tenían por un bicho raro y
le hacían el vacío. Suspendía cinco o seis materias cada trimestre, pero
aprobaba las recuperaciones y, a duras penas, pasaba de curso. Los profesores
lamentaban su escasa motivación. Lo consideraban un vago y un irresponsable. Por
supuesto, ninguno se planteaba que el problema no era Jimmy, sino el sistema
educativo.” (Elogio del amor, Rafael Narbona)
jueves, 5 de junio de 2025
miércoles, 4 de junio de 2025
Pechos eternos
Los vínculos y raíces son más poderosos de lo que pensamos. Empezamos a caminar, en dirección contraria, y pronto sentimos que nos tiran hacia la raíz. No puedo estar más lejos de mi madre, no puedo faltar el día que ella espera que estemos todos, no me puedo olvidar de desearle un feliz cumpleaños. Los ritmos, calendarios, estaciones, relojes, todo baila al son de una música que gravita en torno a los mismos centros. Centros que son de todos, porque no somos tan distintos como nos quieren hacer creer quienes fabrican músicas pasajeras. Nuestro tiempo es un tiempo ilusorio, ingrávido, en el que las cosas, pesando, parece que no pesan. Es un tiempo de simulaciones. Ahora todo se presenta con el disfraz de la simulación, incluso realidades como la vida y la muerte, la amistad y el sexo, la palabra y el arte. Podemos simular que alguien fallecido está vivo. Podemos simular que alguien vivo se muere. Podemos simular que soy amigo de alguien a quien no conozco ni conoceré, que soy productor de obras que encantan a millones de espectadores, también simulados. Los tiempos nos han convertido en artistas de la simulación. ¿Pero cuánto puede resistir la realidad simulada antes del derrumbamiento? ¿Durante cuánto tiempo más seguiremos mirando la pantalla? La realidad, con sus ciclos y desechos, acaba imponiéndose. Se impone la muerte del prójimo, el deseo que nos saca y lleva fuera del paraíso, luz que viene de fuera y nos despierta en la noche para descubrir que ahí los móviles no centellean y sólo cabe orientarse mirando las estrellas. Se impone la última petición, que me laven el pelo para iniciar el tránsito hacia el otro lado. Se impone el olvido del tiempo, del aquí y del ahora, de eso que tanto proclaman quienes disfrazan la vida de felicidad y bienestar. Y se impone, por fin, el semen desparramado en la noche salvaje.
martes, 27 de mayo de 2025
Olimpiada de Locura
OLIMPIADA DE LOCURA. Muy sugerente y atrayente el título de la nueva
Olimpiada de Filosofía que nuestros compañeros manchegos han elegido para
acogernos el próximo curso en la sede nacional. Un título muy atractivo que
invita a pensar en formas quijotescas de conocimiento y adentramiento de lo
real, traspasando quizá los límites de las viejas dicotomías de razón y
sinrazón, realidad y apariencia, cordura y locura, sueño y vigilia. Cuando Euclides dictó sentencia y estableció aquello de que
el punto es la unidad mínima del espacio y el todo es mayor que cada una de las
partes, quienes le siguieron se considerarían unos locos. Y, sin embargo, ahora
está loco quien se aparta de lo que se espera que uno haga en clase de matemáticas. Todos nos hemos vuelto
euclidianos, hasta el punto de que la revolución ha sido las matemáticas no
euclidianas. ¿Tendría razón Cervantes con aquello de que "cuando los locos
se hacen mayoría, la locura se vuelve razón"? Por ello Kant, en su estudio
sobre el fundamento de la validez de las ciencias formales y empíricas, adopta
la locura normalizada, esa locura diluida en el sentido de lo común. Y es que
lo común ahora es lo que antes sólo compartían unos pocos locos.
jueves, 22 de mayo de 2025
Estar en lo alto
Quien quiere estar en lo alto no quiere
subir la montaña. Subir la montaña significa emprender viaje, decir adiós a
quienes dejamos atrás y vérnoslas solos en la noche. Es la aventura de quien
marcha solo a caminar, sin ninguna seguridad de que vaya a encontrar respuesta
o no se pierda en el camino. Estar en lo alto nos priva de lo esencial, que es
el camino, la dificultad de subirlo, la necesidad de ir superando las
dificultades, la alegría de ver que una idea ilumina nuestro paso y nos permite
seguir adelante, el placer del descanso cuando la travesía ha sido larga. La
obcecación por estar en lo alto nos aleja del camino, infinitamente, que deja
de verse como algo concreto, cercano, próximo, y, en su lugar, aparece en forma
de «no lugar», de posibilidad, de inmaterialidad. «Estar en lo alto» cancela el
deseo, la voluntad de aventurarse.
En la actualidad el imperialismo de la apetencia nubla el deseo, no lo deja salir, no aparece, y ya no sabemos de él. La apetencia funciona como eclipse del deseo, y entonces la vida se hace imposible: “El escenario de la modernidad convierte el deseo en apetencia. Si el deseo es algo que tiene como objeto un imposible, algo que nunca puede alcanzarse del todo, en el caso de la apetencia ocurre todo lo contrario. El aburrimiento parece surgir cuando el deseo no puede satisfacerse. Ahora bien, un placer cómodo y fácil de obtener también aburre. Por un lado, el actor no soporta ningún estar ahí que no le produzca un placer inmediato y constante, pero al mismo tiempo ese placer deja de tener interés para él. Es demasiado fácil. En ambos casos, su vida ordinaria queda colapsada por la depresión. Antaño, la depresión se caracterizaba básicamente por la incapacidad de sentir placer; en los actuales escenarios de la modernidad sucede lo contrario; hay depresión porque hay incapacidad de no sentir nada que no sea placer.” (Joan-Carles Mèlich, El escenario de la existencia)
sábado, 17 de mayo de 2025
Graduación
El acto de graduación es un ritual de transición, hacia la vida adulta. Y es esencial que quien lo inicia se sienta acompañado. Así nos sentimos, también, quienes acompañamos, en una noche de risas y sorpresas, de sueños incumplidos, de salones que se abrían para conversar con nuestra copa de plástico, de relojes que nos decían que la hora era importante, pero sólo para detenerlos y no marchar más. Noche de alumnos que se daban la mano para decirse que no estarían solos, de adolescentes que bailaban eléctricos mientras imaginaban que alguien los vería. Noche de historias personales que tan pronto salían se recogían. Noche y día mezclados, de baile, confusión, despreocupación, y móviles apagados. Noche de excesos que ahí se volvían defectos. Noche de revelaciones, de media luna, de autobuses vacíos y lágrimas evaporadas. Noche de miradas futuras, atentas, reposadas en palabras que quizá no fueran a sonar más. Un año más. Gracias.
domingo, 11 de mayo de 2025
En construcción
Había que construir el alma
la de los hombres
la de los pueblos
eso que se llamaba mundo estaba muerto
fue un albañil y su cuadrilla
quien tomó la iniciativa
pronto se sumó el herrero a la empresa
y el carpintero
y un guardia civil de paisano y fuera de servicio que se vio interpelado por la obra
y un abogado para pasar lista a los trabajadores
y un sacerdote epiléptico y desnortado en busca de un recuerdo perdido
y un poeta
y un filósofo que se encargaría de limpiar los cristales
los rumanos cobraban menos pero ayudaban con sus paladas llenas
y los negros que sonreían siempre y daban de comer a los pájaros testigos
había que construir el alma
no había planos
un ingeniero buscó en google algunos datos y nada halló
salvo encíclicas pasadas de moda y que estaban fuera del ámbito de la ciencia
alguien leyó un poema menor
de amor
y encontró un camino que pronto desembocó en un solar vacío
todos seguían manos a la obra
el alma estaba arriba
en la frontera del infinito
creían
como el tejado de la torre de babel
pero no hubo confusión de lenguas porque el silencio era la condición
y así el alma se fue haciendo
empezó de la nada y fue haciéndose una nada cada vez distinta
una nada necesaria
era la obra de todos los que trabajaban mirando arriba.
a un final que nunca llegaba y les daba la mano.
Miguel Porcel,
8 de mayo de 2025
lunes, 5 de mayo de 2025
Solarística
El mito de la caverna nos habla de la incomunicación, claro; o de la imposibilidad de comunicar, cuando la naturaleza nos lleva hasta ver transformados y distintos. Quien ha sido llevado a la luz no puede ver las sombras como las ven quienes todavía no saben de aquella. Por ello, al final, aparece el terror a ser arrancado del antiguo compañerismo, de la morada donde todo eran imágenes difusas y confusas aunque acogedoras. La incomunicación, o la imposibilidad de comunicar, lleva muchas veces a la desesperación y a la violencia. ¿Podríamos contactar, caso de encontrarnos, con lo que desde aquí llamamos ‘inteligencia extraterrestre’? ¿Podría ella contactar si diera con nosotros? Es uno de los grandes temas de la novela Solaris, de Stanislaw Lem, que cuestiona de un plumazo toda la ciencia y la literatura basadas en la presunción del contacto entre humanos y alienígenas, como si cualquier existencia, por ser extraterrestre, tuviera como la terrestre que funcionar entendiendo, sintiendo, queriendo, amando. Cuando miramos el mundo lo hacemos, y al hacerlo, lo habitamos. ¿Acaso sabemos vivir de otra manera?
“La solarística, decía Muntius, es un
sucedáneo de religión de la era cósmica, fe disfrazada de ciencia; el Contacto,
el objetivo que pretende, no es menos vago y oscuro que el trato con los santos
o el sacrificio del Mesías. Empleando fórmulas metodológicas, la exploración
equivale a liturgia, el humilde trabajo de los investigadores se traduce en
espera de una epifanía, de una Anunciación, ya que no existen, ni deben existir
puentes entre Solaris y la Tierra. Ese paralelismo obvio, al igual que muchos otros
(falta de experiencias comunes, carencia de ideas transmisibles) es rechazado
por los solaristas, de la misma forma que los creyentes rechazaban los
argumentos que cuestionan su dogma de fe. ¿Qué es lo que espera la gente que
suceda, una vez establecida la «conexión informativa» con los mares
inteligentes? ¿Un registro de vivencias relacionadas con una existencia
interminable, tan remota que no recuerda ni siquiera sus inicios? ¿La
descripción de los deseos, pasiones, esperanzas y sufrimiento liberados durante
los momentáneos partos de las montañas vivas? ¿La transformación de la
matemática en existencia encarnada, y de la soledad y el abandono en absoluta
plenitud? Todo ello constituye una amalgama de conocimientos intransferibles y
si intentamos traducirlos a cualquier lenguaje terrestre, los valores y
significados pretendidos se perderán, quedándose para siempre al otro lado.” (Solaris)


























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