viernes, 23 de noviembre de 2007

¿Educación u orientación para la ciudadanía?

Ojeando los libros de texto de la nueva asignatura Educación para la ciudadanía y los Derechos Humanos uno se da cuenta de la diferencia que hay tan abismal entre los propósitos que se pretenden y los resultados que pueden llegar a obtenerse. Los diferentes bloques temáticos de la mayoría de los libros de texto hacen referencia fundamentalmente al aprendizaje de estrategias y habilidades para la buena sociabilidad y la relación con el prójimo: El alumno debe aprender a identificar el sentimiento de la ira y del odio poque sólo de esa forma podrá controlarlo y dominarse a sí mismo, o debe tratar de favorecer un sentimiento cooperativo para relacionarse favorablemente con los demás, o de cuidar de no olvidarse de los métodos anticonceptivos para que no haya disgustos, o darse cuenta de las consecuencias a las que conlleva el incumplimiento de las normas de tráfico... Parece que a algunos profesores de filosofía, o de historia, nos ha tocado ejercer de padres y madres antes de tiempo. De lo que se trata pues es de 'orientar' a los jóvenes en su andadura por la vida. Esta pretensión, está concepción de la 'Educación para la Ciudadanía' que encontramos en muchos manuales, me parece que es una labor que debería estar adscrita al 'Departamento de Educación Familiar', o todavía, al Departamento de Orientación, que dado el creciente número de casos de alumnos conflictivos no se entiende que carezca de medios y del personal suficiente. Me pregunto cómo recibirán esta educación aquellos alumnos rebeldes por naturaleza, incapaces de empatizar con los otros, con un deseo único de incumplir las normas y la disciplina, o una tendencia a encontrar satisfacción en el daño al prójimo.
A pesar del título de la nueva asignatura, apenas ningún libro profundiza ya en la fundamentación teórica de la ética cívica y la mayoría parecen conformarse con que el alumno 'sepa' lo que significa portarse bien y ser bueno. Y es que ya no interesa que el alumno se esfuerce en comprender las razones históricas y filosóficas por las que en la actualidad el sistema político predominante y deseable sea el democrático, no vaya a ser que los futuros ciudadanos entiendan su lugar en la historia.

sábado, 17 de noviembre de 2007

La consciencia como factor liberador

Mencioné en un post anterior la reciente publicación de El nihilismo de Franco Volpi (Siruela, 2007) Este ensayo ilustra con acierto el origen histórico de la idea de 'nihilismo' y sus diferentes interpretaciones tanto literarias como filosóficas. Volpi sitúa la primera concepción filosófica que puede calificarse de 'nihilismo' en la obra de Johann Caspar Schmidt (más conocido como Max Stirner, seudónimo con el que sus amigos le apodaron debido a su amplia frente, en alemán Stirn) La obra de este filosófo que aglutina su pensamiento lleva por título El Único y su propiedad (Valdemar, 2004) En ella prefigura algunas de las intuiciones más geniales de su coetáneo Friedrich Nietzsche, quien no sólo no le menciona en sus obras, sino que además reconoció su temor a que un día le acusaran de haberle plagiado. El nihilismo que se deriva del lema de Stirner, 'Yo no he fundado mi causa sobre nada', no está basado en una afirmación filosófica de la Nada, sino en la negación y el rechazo de toda causa que trascienda la existencia propia e irrepetible de cada individuo concreto. El Único de Stirner rechaza todo modo de vida que se base en el seguimiento de cualquier ideal trascendente a Él mismo. De hecho, gran parte de su obra, es una denuncia implacable y severa contra todo sistema filosófico o movimiento cultural que, como el hegelianismo o la Ilustración, ensalzan valores e ideales trascendentes a la propia persona singular. La crítica de Stirner es clara: el esfuerzo de una vida por materializar un ideal (sea cual sea éste) no sólo es vano (un ideal por su propia naturaleza es inmaterializable), sino que aleja al ser humano de su verdadero derecho a la libertad.
Stirner toma plena consciencia de que una ideología no es más que un conjunto de metáforas, de conceptos y giros gramaticales, sobre el cual el hombre ha proyectado sus más sublimes ¿o ridículas? expectativas y ha erigido como guía de su vida. El acto por el que el Único se desembaraza de la ideología, de las creencias que la sostienen y del modo de vida que la secundan, pasa por tomar consciencia de la naturaleza metafórica, humana, antropomórfica de dichos ideales. El Único, el que vive sólo para sí mismo, secundando sus deseos, intereses y apetencias personales, y no ya los de un Otro (Dios, Humanidad, Estado...) inexistente en cuanto ser para sí, es Único desde el momento que se sabe Único y toma consciencia de que aquellas proyecciones e ideales formaban parte de él y de sus deseos también egoístas: "Se dice de Dios: Ningún nombre puede nombrarte. Esto vale para mí: ningún concepto me manifiesta, nada de cuanto se indica como mi esencia me satisface: son sólo nombres (...) Propietario de mi poder soy yo mismo, y lo soy en el momento en el cual sé ser único. En el Único el propietario vuelve a entrar en su nada creadora, de la cual ha nacido. Todo ser superior a mí mismo, sea Dios o el hombre, debilita el sentimiento de mi unicidad y empalidece apenas reluce el sol de esta conciencia mía. Si yo fundo mi causa sobre mí, el Único, ella se apoya sobre el efímero, mortal creador de sí que a sí mismo se consume, y yo puedo decir: he fundado mi causa sobre nada." (Stirner, 1972:412, cursiva mía)
La consciencia es, pues, el factor liberador de toda exigencia y tarea que se encomienda al hombre desde valores e ideales inventados por él mismo. Es la consciencia lo que nos devuelve a la libertad y a la posibilidad de apropiarnos de nuestros poder y de nuestros actos. El enemigo fundamental de toda ideología no es, por tanto, ninguna otra ideología de pretensiones opuestas, sino la consciencia misma, el acto por el cual toma cada hombre consciencia de que su ideología, su existencia y poder, dependen en último término de sí mismo.

jueves, 8 de noviembre de 2007

Porque creemos aún en la gramática

A aquellos alumnos, y en general a las personas interesadas, que sienten cierta curiosidad por conocer el pensamiento de ese filósofo cuyo nombre resulta tan difícil de escribir, me refiero naturalmente a Friedrich Nietzsche, os recomiendo la lectura del fabuloso ensayo de Fernando Savater Idea de Nietzsche (publicado en Ariel, 2007), que seguro cautiva a especialistas incluidos.
Os dejo aquí uno de los fragmentos de El ocaso de los ídolos que intercalan las páginas de este ensayo y que tan bien ilustra la lucha ¿metafísica? de Nietzsche contra la idea misma de 'ser', que tanto da que hablar:
"Nada posee tan ingenua fuerza de persuasión como el error del ser; tal como fue, por ejemplo, formulado por los eleáticos; tiene en su favor cada palabra, cada período que pronunciamos. Los mismos adversarios de los eleáticos sucumbieron a la seducción de su concepto del ser; Demócrito, entre otros, cuando encontró su átomo... La 'razón' en el lenguaje: ¡oh, qué vieja hembra engañadora¡ Yo creo que no nos vamos a desembarazar de Dios porque creemos aún en la gramática." (cursiva mía)