jueves, 26 de abril de 2012

Pseudonecesidades


      Era un vendedor de píldoras perfeccionadas que quitan la sed. Se toma una por semana y ya no se sienten ganas de beber.
       - ¿Por qué vendes eso? -preguntó el principito.
      - Porque con esto se economiza mucho tiempo. Según el cálculo hecho por los expertos, se ahorran cincuenta y tres minutos por semana.
      - ¿Y qué se hace con esos cincuenta y tres minutos?
      - Lo que cada uno quiere...

     Si yo dispusiera de cincuenta y tres minutos -pensó el principito- iría poco a poco hacia una fuente...


El pequeño príncipe, Saint-Exupéry

Eros terrenal


Pensaba en mi propia muerte como en una de las grandes bienaventuranzas celestiales, que marcarían el inicio de la eterna noche de bodas. ¡Cómo se rebelan todos contra ella y, sin embargo, qué llena está de buenas intenciones! Empecé a rastrear sus huellas en todos los rostros, descubriendo sus besos en los surcos y arrugas de la vejez. ¡Se me aparecía eternamente renovada! ¡Qué colores tan exquisitos eran los suyos! Sus miradas fulguraban con tal poder de seducción que hasta el más fuerte acababa rindiéndose ante ellas.


La otra parte, Alfred Kubin