martes, 9 de junio de 2009

Retorno a la Metafísica

En estos tiempos en los que el cientifismo se está apoderando de la opinión general, no está de más recordar el hecho de que la ciencia es un conocimiento subordinado a otras formas de saber, como la metafísica, y que lejos de ir la filosofía al servicio de la ciencia, como han pensado la mayoría de las teorías del conocimiento desde la modernidad, toda ciencia presupone una metafísica.
A mis alumnos trato de mostrarles, no sin ciertas dificultades, que la física, la química, las matemáticas, en sus investigaciones, presuponen una metafísica, de la cual pocas veces son conscientes; y la presuponen porque aquello de lo que hablan (átomos, cuerpos, fuerzas, números, figuras…) son, cuando menos, el ser fundamental, de cuyo conocimiento se ocupa la Metafísica. Así, la física mecanicista que habla de los cuerpos, de sus magnitudes y movimientos, presupone una definición de lo que es un cuerpo, pero también una definición de lo que es una sustancia, que a su vez incluye un conocimiento sobre lo que es el ser. Porque toda ciencia que se ocupa del estudio de lo que hay debe incluir una definición de eso que lo hay (átomos, moléculas, figuras, números...), y todo lo que hay es, cuando menos, ser, ente. De un átomo se puede decir muchas cosas, predicar numerosas propiedades, pero hay una que le es necesaria e indiscutible: la propiedad de ser; de ahí que toda ciencia sobre los átomos haya de tener, aunque sea rudimentaria e inconsciente, una concepción sobre lo que es el ser, sobre el ser del ente.
Ignorar esto lleva al cientifismo. En efecto, si el científico piensa que su ciencia (en general, la ciencia) se ocupa de las cosas últimas, si piensa que su ciencia es un saber autosuficiente, integral e independiente, entonces no considerará otras formas de conocimiento como la Metafísica; en el mejor de los casos, tratará en vano de responder a las preguntas y problemas de ésta. Por ello no está de más recordar que la metafísica también proporciona un conocimiento necesario, sólo que ella se diferencia de las ciencias por el objeto del que se ocupa (ser fundamental, frente a ser derivado) y por la necesidad de fundar la verdad de sus averiguaciones en ella misma (frente a las ciencias, cuyas proposiciones serán verdaderas en la medida que lo sean las proposiciones de la metafísica) Un retorno a la Metafísica supone, en este sentido, no sólo delimitar el quehacer de la ciencia, sino recuperar también la metafísica como forma de conocimiento e instalarla en el conjunto del saber humano.