miércoles, 12 de agosto de 2009

Retorno a la Metafísica (III)

La ciencia está tan imbricada con la metafísica que no es infrecuente el hecho de que un hallazgo científico eche por tierra toda una concepción metafísica, y al revés, que un nuevo descubrimiento metafísico determine las posibilidades de la ciencia venidera. Un ejemplo de lo primero es el caso del descubrimiento de la naturaleza dual de la luz. En un comienzo se pensaba que la luz estaba formada únicamente por corpúsculos, hasta que, a la vista de nuevos experimentos, se determinó, contradiciendo las leyes más fundamentales de la razón, que la luz consiste en onda y corpúsculo a la vez. Imagino la reacción de sorpresa e incredulidad de los científicos al comprobar que una cosa pueda consistir en una propiedad y su contraria, como si alguien demuestra que la figura de un objeto consiste en ser redondo y a la vez en ser cuadrado.

La admisión de este pensamiento, del descubrimiento de la naturaleza contraria de la luz, supuso el derrumbamiento de toda una concepción metafísica que animó el positivismo de los siglos pasados. En efecto, si, como las evidencias científicas demuestran, la realidad contradice los principios de la razón, no se corresponde a ellos, es inadmisible el axioma metafísico según el cual el mundo se estructura conforme las leyes lógicas y las leyes de la realidad se identifican con los principios de la razón. No es casual, en este sentido, que, al tiempo que aparecieron dichos descubrimientos científicos, florecieran nuevas concepciones metafísicas con la pretensión de integrar dichos fenómenos. Es el caso del perspectivismo, que tan bien formula y sistematiza el filósofo Ortega y Gasset en sus Principios de Metafísica según la razón vital, y que desarrolla a la par de la nueva teoría de la relatividad de Albert Einstein. Según el principio del perspectivismo, la Realidad se organiza en perspectivas diversas, a veces casi idénticas, otras opuestas, pero nunca excluyentes: La realidad cósmica es tal, que sólo puede ser vista bajo una determinada perspectiva. La perspectiva es uno de los componentes de la realidad. Lejos de ser su deformación, es su organización. Una realidad que vista desde cualquier punto resultase siempre idéntica es un concepto absurdo. (J. Ortega y Gasser, El tema de nuestro tiempo)

Este principio, cuya formulación se la debemos a Protágoras, y quien sabe si a algún otro filósofo anterior, aplicado a la ciencia física, permite integrar fenómenos aparentemente incoherentes o insostenibles, como el caso de la luz. Una de las implicaciones de la nueva concepción metafísica consiste en sostener que la realidad puede organizarse en perspectivas opuestas, sin caer por ello en contradicción. Dicho en otros términos: el perspectivismo implica que puede darse el caso de que un fenómeno se presente de formas opuestas (luz como onda y como partícula), sin que ese hecho contrarie el principio de no contradicción; y, en este sentido, a la luz de la nueva concepción metafísica, cualquier fenómeno contrario a la razón natural constituye algo perfectamente admisible. En efecto, desde el punto de vista de una concepción perspectivista de lo real, que se opone a la posición realista, las propiedades de ser onda y partícula no se refieren al ser en sí de la luz, lo cual sí cabría tachar de contradictorio, sino que, en tanto que cada aspecto o faceta de la realidad debe su existencia al sujeto concreto percibiente (perspectiva), cada propiedad (ser onda o corpúsculo) existe, y existe tal como es, mientras y en cuanto que cada sujeto la conoce. Ello hace sostenible la coexistencia de aspectos o propiedades contradictorios de la realidad, que ya no van referidos a una misma realidad, sino a perspectivas distintas (lo contradictorio, desde el perspectivismo, sería que un mismo sujeto percibiera al mismo tiempo que la luz es onda y partícula, lo cual nada tiene que ver con afirmar, desde una postura realista, que la luz consiste en ser onda y partícula a la vez)