jueves, 28 de abril de 2016

Nuestros alumnos en la III Olimpiada de Filosofía

Los días 15 y 16 de Abril profesores aragoneses de filosofía acudimos a la celebración de la tercera edición de la Olimpiada española de Filosofía, con motivo de la clasificación de nuestros alumnos. No hubo suerte y volvimos sin medallas, pero sin duda el mejor premio fue la experiencia allí vivida, el encuentro intercultural y filosófico de un evento que reunió a 15 comunidades autónomas. Además, el ejercicio propio de la Olimpiada fue acompañado por numerosas e interesantes visitas culturales por la tierra asturiana, organizada tanto para alumnos como para profesores. Pudimos conocer un poco mejor el centro histórico de Oviedo, los monumentos prerrománicos situados en el Monte Naranco o la historia del pueblo minero Bustiello, una excepción dentro del patrimonio industrial asturiano. Sin duda alguna, la Olimpiada española se convirtió en un intercambio de ideas y experiencias que a nadie se nos olvidará.



                                              Subiendo al Monte Naranco



                                           Algunos de nuestros alumnos aragoneses


                                  En esta ocasión con otros de otras comunidades


                                  Frente a la Iglesia de San Miguel de Lillo


                                    Ni Santa María nos libra de la lluvia



                             Escuchando la historia de los mineros de Bustiello


                                  Dispuestos a darlo todo en el Parlamento asturiano


Escuchando atentamente el procedimiento de la Final


Se anuncian los ganadores


                    El mayor premio ha sido la experiencia de compartir experiencias



LISTADO DE ALUMNOS GANADORES:

Disertación filosófica
1.- Alberto Pezonaga Torres
2.- Jimena Moreno Rubio
3.- David Gómez Martínez
Dilema moral
1.- Sofía Palmerín
2.- Marina Laguna Calvo
3.- Marta de Sevilla García
Fotografía
1.- Andrés Gutiérrez Bermejo
2.- Cristina Fonteboa Sánchez
3.- Raquel Pino Gómez
Vídeo
1.- Eva Juez Stapleton
2.- Martín López Pérez
3.- Daniel Sabiti Vázquez

ENLACES DE INTERÉS RELACIONADOS CON LA OLIMPIADA:





viernes, 8 de abril de 2016

El secreto del profesor

Es una perversión considerar el conocimiento como un añadido, un excedente, o como algo que falta al hombre precario. Somos herederos de una tradición que ha considerado el conocimiento como conocimiento de algo. Primero fueron las Ideas, luego las formas esenciales, más tarde las ideas simples, los fenómenos puros, los datos...y así hasta un sinfín de realidades que, en primera instancia, se presentaban como realidades extrañas que debían recuperar su lugar propio en el intelecto. Y así, estos mismos esquemas de pensamiento los reproducimos en nuestras relaciones con aquellos que consagran su energía al aprendizaje y la conquista de títulos. Sí, los títulos parecen estar ahí aguardando el reconocimiento por todo un esfuerzo realizado. El título, más que en un pasaporte, se ha convertido en el testimonio de una batalla librada....

Pero, ¿y si el aprendizaje no va de esto? A estas alturas a nadie se le escapa que la acumulación de títulos no garantiza una buena disposición para el aprendizaje. Me decía un alumno ya avezado en eso de conseguir títulos que el secreto está en saber cómo y dónde conseguirlos, no tanto en dedicar horas al conocimiento de la materia. Hasta hace unos años el título trascendía su mera materialidad y abría a un mundo de posibilidades laborales, pero ya no es así. El leitmotiv no puede ser ya la obtención de un mero papel, de ahí que, tarde o temprano, sanemos de "titulitis". Tampoco la adquisición de conocimientos, cual realidades ajenas a nosotros que han de encontrar su lugar propio, es suficiente para explicar nuestra inclinación hacia ellos. Los alumnos que a fuerza de memoria y de asimilación se quedan sólo en eso, en el dominio de la destreza de memorizar y de comprender, acaban viendo el aprendizaje como un algo tedioso que termina por abandonarse.

El conocimiento no es conocimiento de algo. Decía Goethe que una nueva idea es como un órgano desde el que entender el mundo. El conocimiento es ese órgano sin el cual no podemos abrirnos a nuevas maneras de ver nuestro mundo. El alumno que seguirá yendo a la biblioteca o gastando su dinero en libros es ése que, durante las horas muertas o en su tiempo vacante, comienza ya a vislumbrar que el secreto no está en lo que dice el profesor, sino en su empeño en decirlo, señal de que el mundo se está abriendo a sus ojos.