domingo, 2 de mayo de 2010

Tierra de todos

Rodeándonos de infinto mar

acaricia mi rostro suave

un rayo de fuego amarillo

que atraviesa la oscuridad


La memoria como el olvido

borran el tiempo de todos,

cuando esa esperanza ilusa

se desvanece como un ayer


El corazón siente apagarse,

mas una música se acerca

que el viento impasible lleva

de un lugar invisible al ojo


En aquella música adivino

que mi muerte no es la tuya,

que lo íntimo yace siempre

donde la tierra da forma.


A mi madre,
2 de Mayo de 2010