miércoles, 21 de noviembre de 2012

Sueño de la noche del 20 de noviembre

Ese día las preocupaciones parecían no contar.

Me encuentro agarrado a mi mujer en medio de un prado que se extiende más allá de los muros. Nos abrazamos fuerte, y veo que no estamos solos. A lo lejos se divisan amalgamas de cuerpos. El verdor del césped comienza a tornarse en un azul oscuro que recuerda el color del mar en la noche. No quiero mirar. Tras unos segundos abrazándola, con la cabeza puesta en su regazo, decido alzar la vista y ahí está el Sol ya cubierto por la luna. El eclipse es total y apenas se distinguen los contornos de las cosas. De repente me invade un infinito temor de que la luna no avance en su camino y nos consuma la noche eterna. La abrazo aún más. Quiero venerar al Sol, pero ya no puedo.
 
 Conforme el tiempo va devolviendo la luz me despierto.

jueves, 8 de noviembre de 2012

Eros pedagógico (aforismos XII)

Se lee para enseñar; se enseña para olvidar.

Solo quien está dispuesto a vaciarse puede enseñar algo.

Quien rebosa de conocimientos no necesita de la pedagogía.

El mejor maestro no es el que sabe enseñar, sino el que enseña sabiendo y se entusiasma por ello.

sábado, 3 de noviembre de 2012

La filosofía: el complemento perfecto

Con ocasión del nuevo anteproyecto de la LOMCE de nuestro "querido" Ministro Wert se han escuchado algunas voces de profesores de filosofía reivindicando el valor de ésta y la necesidad de que, de alguna forma, esté presente en la etapa de la enseñanza obligatoria. No puedo estar más de acuerdo con la reflexión que hace unos días sacaba a lucir mi amigo y compañero Felipe Garrido en su blog  Antes de las cenizas acerca de los motivos por los que la filosofía debe continuar en dicha etapa.

En efecto, desde cualquier concepción del conocimiento, debe suponerse a la filosofía el complemento perfecto para cualquier formación científica. No es de extrañar, en este sentido, que la mayoría de los grandes filósofos también sean grandes científicos, y muy pocos científicos pierden la ocasión de hacer sus miguitas en el ámbito de la filosofía. Y es natural que ello sea así porque es el mismo el deseo que anima tanto la labor científica como filosófica. Se trata de la búsqueda incansable de la verdad, de esa Verdad con mayúsculas que sobrevive a los sucesos más atroces y se cultiva allí donde hay rastros de humanidad.

¿Y no es la enseñanza una ocupación que persigue como fin último la aproximación a la verdad? No a cualquier verdad, naturalmente. No imagino a un filósofo contando los pelos de una persona para enseñarle el número verdadero de pelos que tiene en la cabeza. ¿Pero acaso a alguien puede preocuparle saber cuántos pelos tiene? Hay verdades que se buscan y otras que se ignoran. La filosofía se ocupa de la investigación de las verdades que se buscan, lo mismo que la ciencia, solo que la filosofía es el complemento perfecto, piensa allí donde la ciencia está ciega. Me atrevería a definir la filosofía como la ciencia que se hace consciente de sí misma, que se mira al espejo y descubre que todavía quedan conceptos e ideas por aclarar, que todavía queda mucho por aprender.