miércoles, 21 de noviembre de 2012

Sueño de la noche del 20 de noviembre

Ese día las preocupaciones parecían no contar.

Me encuentro agarrado a mi mujer en medio de un prado que se extiende más allá de los muros. Nos abrazamos fuerte, y veo que no estamos solos. A lo lejos se divisan amalgamas de cuerpos. El verdor del césped comienza a tornarse en un azul oscuro que recuerda el color del mar en la noche. No quiero mirar. Tras unos segundos abrazándola, con la cabeza puesta en su regazo, decido alzar la vista y ahí está el Sol ya cubierto por la luna. El eclipse es total y apenas se distinguen los contornos de las cosas. De repente me invade un infinito temor de que la luna no avance en su camino y nos consuma la noche eterna. La abrazo aún más. Quiero venerar al Sol, pero ya no puedo.
 
 Conforme el tiempo va devolviendo la luz me despierto.

3 comentarios:

M. A. Velasco León dijo...

Me recuerda la última película de Lars von Trier, "Melancolía".
Miedo al final de nuestro mundo conocido, miedo al cambio (y más a la vista de la fecha del sueño y del nuevo rumbo encarado desde ella).
Pero también cuentas con seguridades, con el regazo cálido de los seres próximos.
¡Y ya vale de hacer de psicólogo por correspondencia!
Buen despertar, David.

David Porcel Dieste dijo...

Oye, pues habrá que verla. Gracias, Miguel Ángel.

Anónimo dijo...

Sirva de anticipo y de constatación de que el azar no existe en los terrenos del inconsciente: ayer, día 22 de noviembre, inicié la escritura de un poema sobre la noche, que compartiré cuando esté escrito, sobre la misma noche que te visitó en tu sueño, sin duda, aunque con perspectivas vitales bien distintas.
Ya verás.
Un abrazo, Miguel P.