jueves, 22 de diciembre de 2011

Libertad y necesidad

Hace unas noches tuve un sueño que me gustaría compartir, más en estos días navideños:

De pronto me encontraba en medio de un canal cuya corriente me arrastraba sin remedio hacia mi lugar de trabajo. Atravesaba montañas y valles, y a lo lejos podía adivinarse el perfil del pueblo donde ejerzo. La luz era tenue. La negrura de la noche daba paso al día. No sentía frío alguno. Enseguida me angustiaba la idea de no llegar a mi lugar de trabajo con puntualidad, pues la lentitud con la que corría el agua me hacía suponer que tardaría un buen rato en llegar. Iba vestido, pero no llevaba conmigo mis acostumbrados enseres. Tampoco llevaba reloj y no podía mirar la hora. Las casas del pueblo iban acercándose mientras el canal seguía arrastrándome a su ritmo. Pronto entendía que no había motivo para angustiarse. Mis clases tendrían que empezar cuando el agua me dejara ante la puerta del Instituto. Sabía que no había otra forma de llegar.

6 comentarios:

Joselu dijo...

Los sueños suelen ser desconcertantes. Me asombra que nuestro cerebro en estado de sueño, pueda autónomamente crear estas historias tan repletas de detalles y con tanta lógica. Es algo que me fascina. Pienso que los sueños conectan unos con otros incluso. A veces me he encontrado con sueños que ya había soñado o que tenía la impresión de que me eran conocidos. Tengo una cierta geografía fantástica de los sueños. Hay espacios que solo existen en este mundo autónomo y de evidente carácter narrativo. Hay un narrador en la mente de cada uno de nosotros, que en su vida habitual en estado de vigilia es incapaz de crear estas historias tan bien articuladas y con tanto sentido.

Me resisto a interpretar tu sueño. Es imposible hacerlo desde fuera, teniendo en cuenta que solo recuerdas tú una parte de lo soñado, y que de esa parte que recuerdas, has seleccionado lo más significativo. En todo caso, parece que la corriente de agua es el medio que ansías por su estado de fluencia. Te encuentras bien ella, impulsado por su fuerza, incluso con su temperatura ideal en que no hace ni frío ni calor. Y te conduce al lugar de trabajo. Para un latino parece que no es buen destino, pero para tí no cabe duda de que es un lugar amable.

En todo caso, gracias por compartir el sueño.

David Porcel Dieste dijo...

Gracias a ti por tu interpretación. Yo no lo hubiera hecho mejor. Hay temporadas en que esa vida onírica es más intensa que la vida en estado de vigilia, y casualmente me pasa en esos días de transición de una estación a otra. Gracias de nuevo por tu estimable visita. Por cierto, tu entrada sobre la claustrofobia ha gustado mucho a colegas míos. Gracias a ti por tus aportaciones.

David Porcel Dieste dijo...

De todas formas, la sensación era de libertad. Sabía que el ímpetu de la corriente me llevaría a buen término, y nadie podría interponerse en su discurso. Y, al mismo tiempo, de necesidad, pues en todo momento estaba a merced de su ritmo y fuerza. Era necesario que llegara, y que llegara a un tiempo determinado. En ello radica esa sensación de libertad.

Felipe dijo...

Interesante sueño. Siempre he envidiado tu capacidad para soñar verdades.

David Porcel Dieste dijo...

A ver si mi vida consciente aprende algo de mi inconsciente...un abrazo y felices fiestas

Anónimo dijo...

"Donde nada seas, nada quieras". Esta cita es de Becket, creo. Puede servir como antítesis, como el otro polo. En cualquer caso, lo que quiero decirte es que tu deseo (el deseo que crea tu sueño y el deseo que verbalizas tras tu sueño)te lleva, sólo él, a querer saber y a querer que otros sepan.
Libertad y necesidad: la mayor parte de nuestras elecciones son forzosas, pero por eso no son menos elecciones.
Libertad y necesidad: ser, luego desear.
Y.M.