miércoles, 31 de octubre de 2012

Origen del ser

Así define Ortega y Gasset la filosofía:

"Parejamente, el mundo que hallamos es, pero, a la vez, no se basta a sí mismo, no sustenta su propio ser, grita lo que le falta, proclama su no-ser y nos obliga a filosofar; porque esto es filosofar, buscar al mundo su integridad, completarlo en Universo y a la parte construirle un todo donde se aloje y descanse. Es el mundo un objeto insuficiente y fragmentario, un objeto fundado en algo que no es él, que no es lo dado. Este algo tiene, pues, una misión sensu estricto fundamentadora, es el ser fundamental." ¿Qué es filosofía?

¿Pero acaso el mundo que hallamos está falto de algo?, ¿puede estar lo dado, lo positivo, falto de ser?, ¿no es el hombre, más bien, quien lo reclama y grita desconsolado una metafísica donde alojarse y descansar?, ¿no está el ser al servicio de la indigencia?

9 comentarios:

Manuel Marcos dijo...

Somos mundo. Lo repartimos mal, pero la filosofía hace ese esfuerzo recto de compensar de alguna manera la balanza. La última pregunta me tendrá ocupado, es muy importante.
Salud

David Porcel Dieste dijo...

Parte de la filosofía occidental posterior a Kant se ha construido desde el postulado de que el ser es un resultado del pensar, de la razón, y no al revés como pensaban los antiguos; vamos, que la metafísica es un desarrollo de la razón, pero claro, no hay que olvidar que, antes que pensar, el hombre necesita instalarse en el mundo, habitarlo, hacerlo suyo, tanto física como espiritualmente, y de ahí viene lo de la indigencia. Saludos cordiales.

Anónimo dijo...

Como dices, la indigencia porcede de la absoluta distancia entre el hombre y el mundo en el que le toca vivir. Esa heterogeneidad es fuente de infelicidad. Llamamos felicidad a la plena coincidencia del hombre con su circunstancia. Entonces, todo lo que hacemos -técnica y pensamiento- está encaminado a recortar ese abismo. La búsqueda del ser, auqnue es una tarea utópica, se convierte en la búsqueda de la felicidad.

A mí también me preocupa la cuestión del origen del ser, creo que la unicidad de sentido, si bien es una condición del pensamiento, procede de la propia realidad que siempre se nos ofrece desde una determinada perspectiva. Es esa estructura de lo real la que mueve al pensamiento a buscar una unidad de sentido. Ahora bien, si la realidad se nos presenta como perspectiva es porque el hombre es un ser temporal, volvemos a la indigencia.
Saludos.

David Porcel Dieste dijo...

Buen comentario, pero no caigamos en un realismo ingenuo. Hablas de la "estructura de lo real", pero eso ya es un postulado que trasciende las "estructuras del sujeto". La modernidad se ha desarrollado desde la convicción de que es el sujeto el que estructura el mundo y no al revés, este es el giro kantiano, y creo que es un acierto. Un saludo

Anónimo dijo...

Tienes razón David, no me he expresado bien. Cuando hablamos de "sujeto" y "objeto" ya estamos dando muchas cosas por supuesto que están en la modernidad pero no en Ortega.
"Pensamiento" y "realidad" son sólo hipótesis, algo así como la materia y forma aristotélica que no existen substantemente y sólo puedo separarlas mentalmente. No es la "realidad" la que posee estructura sino la vida humana. Si el mundo sigue ciertas leyes estructurales (presencia, temporalidad, espacialidad, campos pragmáticos...) es porque se presenta en mí vida y ésta "mi vida" es la realidad radical a que todo está referido. La estructura de la vida es la que determina la perspectiva y por lo tanto el ser.
Ahora bien, la filosofía de Ortega no intenta salvarse DE la indigencia, sino salvarse EN la indigencia. Y esto nos invita a aceptar la tremenda paradoja de tener que buscar a fondo creencias firmes y al mismo tiempo estar abiertos a la temporalidad de toda firmeza.
Un saludo,
Alba.

Anónimo dijo...

Efectivamente, tambien yo creo que, como dices en tu anterior comentario, es el sujeto quien estructura el mundo. Y, aún más, el sujeto es resultado de la estructuración de lo real, cuando de ahí deviene lo estrictamente simbólico, que se aparta definitivamente de ese real y, de esta forma, lo estructura, lo hace habitable y matematizable.
De ese real, al que nada le falta, nada sabemos (si saber es compartir un mismo lenguaje, transitivo, desde planos idénticos de poder: pues, ¿qué dice lo real?, sólo silencio, silencio inhabitable que está fuera del lenguaje), excepto los nombres que, como sujetos, apartados de él, le ponemos, en juegos cada vez más próximos a la verdad. El sujeto es consecuencia de un corte con el mundo, es en cuanto portador de una falta básica que puede crear (ser humano) y no subsumirse en la mortandad absoluta de lo que de nada carece.

David Porcel Dieste dijo...

En efecto, puede parecer que es el mundo el ser indigente, necesitado de ser (cualquier religión justifica así la presencia de un ser trascendente), cuando es el hombre el que lo necesita, no solo para comprender el mundo sino para hacerlo habitable. Al respecto, recomiendo El hombre y lo divino de María Zambrano. Saludos y gracias por vuestros comentarios, siempre provechosos.

M. A. Velasco León dijo...

Apasionante debate el que se ha suscitado.
Estoy con Anónimo en que saber es compartir a través de las lenguas, por eso el mundo no es para nosotros sino lo que significa. Es más, creo que al desarrollar el lenguaje construimos, a la par, el mundo que habitamos. Somos el animal hermeneútico porque carecemos de fondo, de bases dadas por naturaleza para saber a qué atenernos y actuar . Por ello hemos de construirlas y nuestra construcción es interpretación de la masa estimular que nos envuelve.
¡Que mayor indigencia podríamos padecer!
Salud, compañeros filósofos.

David Porcel Dieste dijo...

Estoy de acuerdo, somos novelistas de nuestra propia vida. Saludos