A mi padre, que me hizo amar el cine
Si de niño me despertaba con fiebre -no con demasiada, porque entonces tendría que permanecer en la cama, pero sí con la suficiente para no tener que ir al colegio y poder levantarme-, me dirigía al salón para tumbarme sobre los dos cojines y encender el vídeo de VHS. Hablamos de principios de los noventa, cuando en televisión reponían ciclos de cine clásico en horas razonables y los programas de cultura se podían escuchar. Uno de aquellas mañanas, lo recuerdo muy bien, vi por tercera o cuarta vez La ventana indiscreta, de Alfred Hitchcock, pero la vi con ojos especialmente penetrantes, más abiertos de lo habitual, como si aquella película me fuera a pertenecer un poquito más, o yo fuera a pertenecer a ella.
Pasados unos cuantos años escribo este texto que titulo ¿Por qué miramos lo que no queremos ver? Una aproximación al cine de Alfred Hitchcock y David Lynch, y que publica en su último número la Revista Ábaco.








