viernes, 14 de noviembre de 2025

¿Por qué miramos lo que no queremos ver?

A mi padre, que me hizo amar el cine

Si de niño me despertaba con fiebre -no con demasiada, porque entonces tendría que permanecer en la cama, pero sí con la suficiente para no tener que ir al colegio y poder levantarme-, me dirigía al salón para tumbarme sobre los dos cojines y encender el vídeo de VHS. Hablamos de principios de los noventa, cuando en televisión reponían ciclos de cine clásico en horas razonables y los programas de cultura se podían escuchar. Uno de aquellas mañanas, lo recuerdo muy bien, vi por tercera o cuarta vez La ventana indiscreta, de Alfred Hitchcock, pero la vi con ojos especialmente penetrantes, más abiertos de lo habitual, como si aquella película me fuera a pertenecer un poquito más, o yo fuera a pertenecer a ella.

Pasados unos cuantos años escribo este texto que titulo ¿Por qué miramos lo que no queremos ver? Una aproximación al cine de Alfred Hitchcock y David Lynch, y que publica en su último número la Revista Ábaco. 




Como siempre, un sincero agradecimiento a los editores de la Revista Ábaco por el lugar que siguen prestando a la reflexión y el pensamiento, y por la enorme calidad y esmero en sus artículos y secciones.


Poder llegar a tiempo

¿Qué significa enseñar? ¿A qué se dedica verdaderamente un profesor de instituto? Un profesor procura que a su alrededor todo fluya, toda corra, todo esté en su lugar. Un profesor procura que los alumnos estén sentados donde deben, y que no se levanten cuando no deben. Un profesor procura que las palabras no suenen cansadas y que el tono llegue hasta el penúltimo de la fila. Procura cerrar la puerta a tiempo, y abrirla cuando suena el timbre de salida. Un profesor procura alcanzar su pupitre y centrarse antes de que los alumnos se revuelvan. Procura que los compañeros de siempre no traigan malas caras y, cuando las traen, que aún sonrían cuando suena la llegada.




Un profesor procura subir las escaleras de los viernes, sin olvidar de nuevo las llaves. Procura no mirar a quienes giran la cabeza y sonreír a quienes los hacen los lunes de febrero. Procura mirar las actas y ver qué pasa si se pone una palabra del revés; sentarse en su sitio de siempre, quizá junto a esa persona que alguien amó pero que siempre calló. Y que las plantas crezcan hacia arriba y los soles sigan calentando, y que los alumnos compartan y no se den patadas en la espinilla.

Y procura, cada mañana, después de todo, poder llegar a tiempo.

jueves, 6 de noviembre de 2025

Aire, palabras y obra

Comparto este poema que escribe mi padre, y que habla de las palabras que devoran y renuevan el mundo. ¿Qué conserva la transmutación de la Palabra? ¿Qué pérdida es esa que deja el poema en el camino? ¿Y qué es lo que gana con el color, el canto y el metal?




Siempre estaba atento a la voz que le dictaba

para escribir las palabras que luego eran ya suyas

con su afilada pluma

                                sus hojas blancas

                                                          la tarde

                                                                     las horas

                                                                                  el silencio

 

 

y cuando se secaba la plumilla tentaba el tintero

y a veces no acertaba a clavarla en el vientre de la tinta

y tentaba el aire limpio de las afueras

y así escribía unos versos entonces transparentes

y al leerlos despacio se admiraba de ellos

y de la voz muda que los dictó en silencio

y los hacía suyos su memoria

y poco a poco en su taller los llevaba a ser pinturas con signos de colores

y esculturas de hierro y aire

y notas cantadas por pájaros en selvas inacabables

y rezos de monjas ensimismadas y místicas

 

aquellas palabras invisibles que al tentar el vacío del tintero eran llegadas

llenaban las estanterías que amueblaban los sueños.


Miguel Porcel,

Octubre, 2025

miércoles, 5 de noviembre de 2025

Nuevo encuentro

El próximo jueves 20 de noviembre, con eso de que celebramos el Día Mundial de la Filosofía, recibiremos en nuestro instituto al escritor, filósofo y poeta Rubén Figaredo, durante el recreo en la biblioteca, y luego para nuestro alumnado de 1º de Bachillerato en una charla con coloquio que promete ser de lo más interesante. Leí La Red Típula y quedé absorbido por ella, por su ingenio, la agudeza de sus reflexiones y la belleza de sus paisajes.

En este encuentro amigable saldrán temas como el poder tecnológico y sus derivas, la lucidez como forma de resistencia o el miedo a la libertad en escenarios cada vez más acelerados y automatizados. De principio a fin, un día con Rubén y la filosofía.



Y mil gracias al estupendo equipo de Biblioteca capitaneado por Belén:

https://miralibro.wordpress.com/.../libro-del-mes-la-red.../

Saber mirar

La sociedad de los triunfos y fracasos es la sociedad perdida, aquella que uno nunca llega a tener. Es la sociedad de la que uno quisiera mantenerse retirado, pero que, una y otra vez, vuelve sin pedirte permiso. Saber mirar puede ser la salida.


viernes, 31 de octubre de 2025

Los días en la educación

Los días en la educación son como aquellos veranos de los pueblos, cuando las nubes se convertían en luz que hacía cálida el resto de la tarde. Los días en la educación son de lloros y de risas, de alegrías y de penas, de tropiezos y de tropezones, de panes y bizcochos, de reuniones y palabras que a veces se pierden pero que no por ello cabalgan solas. Los días en la educación son de encuentros y de sustos, de anhelos y agradecimientos, de miedos y sudores, cuando todos, adultos o niños, profesores o conserjes, nos hacemos más humanos. Los días de la educación son de timbres y protocolos, de ritmos y acelerones, de avisos y de alarmas, de sueños no dormidos y noches acompañadas. Y son días de aciertos y desaciertos, de juicos y prejuicios, de asaltos y sobresaltos, cuando nos acercamos a los otros para pedirnos, solo, una sonrisa. 

Los días en la educación son días de amor y aventura, cuando la vida te decía que es ahí donde tienes que estar.


martes, 28 de octubre de 2025

Pueblos

Los pueblos nacerían de la confianza y la necesidad. Se asentarían sobre tierra fértil al lado de un río y esperarían crecer juntos. Sus gentes irían a llenar su cántaro de agua mientras las campanas anunciarían la llegada del crepúsculo. Los niños reirían y las madres despreocupadas harían sus labores. Los pueblos aguardarían a ser calentados por el sol y enfriados por la noche, como queriendo permanecer unidos por la confianza y la necesidad.






“Después de lo que he visto no creo que pueda confiar en nadie nunca más. Pero eso es terrible. Es mucho peor que los ladrones, los tifones, las enfermedades y las guerras.” (Akira Kurosawa, Rashomon)