miércoles, 23 de abril de 2025

Finales de febrero

Comparto este poema de Laura, que lo leyó el día del recital de poesía que tuvo lugar en la Biblioteca del instituto. Lo leyó de manera improvisada, apartándose del guion, abriendo uno de sus cuadernos negros.



Ojos secos 

no tiene remedio 

contaré la historia 

que me dejó sin aliento.

 

Estoy en una balanza 

no entiendo mi mirada,

¿Me quiero?, ¿Me odio?, ¿Me duele?, ¿Me arrepiento?...

¿Acaso son estos celos?

No entiendo lo que estoy sintiendo.

 

Indiferencia, yo no importo,

quemadas para siempre mis alegrías, yo no importo;

solo es él, no hay otro.

Soy alguien que siente demasiado,

me siento como un alíen, con un corazón roto;

soy el cuervo, yo no importo

hundida en un pozo negro, en el que yo, no importo.

Siempre es alguien más en tu alrededor

y yo, me siento como un estorbo 

como sabes que para ti siempre estoy

soy irrelevante y lloraré sola hoy.

 

Hoy y siempre, 

solamente quise un hombro en el que apoyarme.

Noto mi corazón partirse

de ver cómo me estoy derrumbando y tu fácilmente puedes irte.

Seré para ti remplazable

no puedo asimilar lo indudable.

 

-Todos, todos cambian, todos ven y todos creen-

 

encontré a la persona que más quiero 

hace años en una temporada de caos

nada tenía sentido y yo era una niña que  “con todo siempre puedo”.

Y odio creer que te he perdido

y ya no me salen las palabras porque tú te has ido

robándome, todo mi cariño.

 

Muerta e incomprendida, sola en un reloj de arena,

golpeando con furia los cristales me rompo la cabeza.

Mírame y dime que no es así, que tú aún no estás fuera 

grítame a la cara y confiesa,

pero pasa el tiempo, me ahogo en la arena.. rompiste nuestra promesa.

Te cegaste, dejaste mi corazón roto,

porque en el fondo,

yo no importo.


Laura Serban, alumna de 4ºESO

sábado, 19 de abril de 2025

Cumplir años

Me dicen que hoy cumplo años, tantos, que ya se pueden decir en voz baja. Y me dicen que el sol, cuando nací, no era muy distinto del que es ahora, y que también a la luna le han pasado inadvertidos. El caso es que, para mí, cada sol y cada luna son distintos, porque los miro distinto. Y leo los libros, distinto. Y miro a mis padres, distinto. Y te doy la mano, distinto. Y sueño, distinto. Y duermo, distinto. Y veo mis manos, distintas. Y mastico, distinto. Y corro, distinto. Y me enamoro, distinto. Y recuerdo, distinto. Y espero, distinto. Y vivo, distinto. Pero es lo que tiene cumplir años, que en el intervalo regalado que es la vida, un día uno se despierta transformado, extrañado, con un deseo muy vivo de que los demás también te extrañen. Así me sienta cumplir años, o eso dicen, quienes los han visto cumplir.



Hoy es distinto, y os deseo que sigáis aquí, como yo, cumpliendo años, viéndonos crecer y madurar, advirtiendo cada día, cada noche, cada vida.

sábado, 12 de abril de 2025

No estamos tan lejos los unos de los otros

No estamos tan lejos los unos de los otros. Y es así como me hicieron sentir los alumnos mientras les escuchaba recitar sus poemas o leer atentamente el cuadernillo coloreado al otro lado. De pronto, un alumno elevaba su mirada, y se daba cuenta de que todo aquello era algo más que un mero encuentro académico orquestado. De pronto, una alumna sacaba su cuaderno negro, y, apresurada, leía atentamente su poema no fuera a ser que esas palabras se perdieran para siempre. Otra, temblorosa, hacía vibrar su voz con cada verso, porque estaba segura de que en cada palabra se adivinaría algo de su universo recóndito, y escondido. Como árboles que enseñan sus raíces, lunas que se acercan hasta hacerse vulnerables, así me hicieron sentir quienes tuvieron el coraje de desnudar su alma en el día de ayer.

Luces tenues, palabras que entran, miradas cómplices, relojes que no se miran, nos recuerdan que no estamos tan lejos los unos de los otros.

domingo, 6 de abril de 2025

Preguntas trampa

Con esto de que la Inteligencia Artificial se está instalando en nuestras vidas –o nuestras vidas en ella- hasta el punto de tener que hacernos convivientes, se va haciendo extensiva cierta inclinación, nefasta para el conocimiento, a preguntar sin sentir verdadera curiosidad hacia lo que se pregunta. Realmente, ahora los humanos, en la esfera pública o privada, en los colegios y fuera de ellos, ya no preguntan. Más bien formulan a la espera de obtener una respuesta inmediata. Si antes nos quejábamos de que los jóvenes habían perdido la facultad de cálculo porque ya no ejercitan las multiplicaciones y las divisiones, ahora el problema es que han perdido la facultad de preguntar. Preguntar significa vivir la pregunta, admirarse de su misterio, situarse en el mundo reconociendo una limitación singular que interpelará a otros a su búsqueda. Preguntar, sobre casi cualquier tema de relativa gravedad, supone interrumpir la vida y los quehaceres diarios para disponerse a emprender un viaje para el que uno, de primeras, cuenta con sus solas fuerzas. Preguntar supone, precisamente, renunciar a todo lo que puede dar la Inteligencia Artificial.



La pregunta abisma. De pronto ya no hay escaleras ni puentes con los que cruzar. Nos sitúa como protagonistas de una historia que está por comenzar. De repente todo nuestro alrededor –la circunstancia, que diría Ortega- se vuelve mochila y recurso, siendo el ChatGPT una provisión más. La pregunta, cuando de veras importa y queremos emprender viaje, la experimentamos sabiendo que no dejaremos de preguntar. Decían los filósofos escépticos que hay conocimientos que es mejor no buscarlos, por aquello de que con nuestra mochila de estar por casa no podremos hallarlos. Pero tampoco los escépticos cayeron en la cuenta de que la pregunta no nace de la posibilidad, de la impaciencia, o de la molestia de quien no conoce algo en un preciso momento. La pregunta no nace de la acumulación ni de la obtención. La pregunta, si es honesta, vivida, nace del coraje de quien decide dejar todo para hacer de ella hoja de ruta. Es así, por otra parte, como se inicia cualquier civilización humana. En Las mil y una noches encontramos un cuento que trata de dos hermanos que viven en un palacio donde tienen todo lo que pueden querer: Sirvientes que satisfacen sus caprichos, un jardín esplendoroso lleno de bellos animales y flores que parecen soñadas. Aguardan felices en él, hasta que un día un anciano les habla de un misterioso lugar donde encontrar un árbol que canta, un pájaro que habla y una fuente de oro. A partir de ese momento, aquellos niños que todo lo tenían viven sólo para encontrar la manera de abandonar su casa y buscar aquel lugar milagroso. La pregunta ha entrado en sus vidas, claro, y ya no pueden dejar de buscar.

La pregunta no puede ser encerrada en ningún algoritmo ni correr por los circuitos de la información y la aceleración. No puede tampoco postergarse demasiado o delegarse a otro, natural o artificial. La pregunta no puede ser encerrada en ningún peso informativo ni formulada para ser respondida a continuación. Los niños abandonan su palacio, su rutina, su semejanza, y emprenden viaje, hacia la luz, claro. Hacia aquello que no somos y quizá nunca seremos.

Publicado en El Imparcial, 5 de abril de 2025

viernes, 4 de abril de 2025

Sueños

Calles de colores y altas, muy estrechas, me llevan en autobús hasta un patio interior, donde yace una familia, y al fondo una anciana a punto de osificarse. La veneran porque debe esconder algo que nadie sabe.

Sueño de marzo