jueves, 10 de septiembre de 2009

En torno a la indemostrabilidad de Dios

El filósofo David Hume dice así:

Hay un absurdo evidente en pretender demostrar una cuestión de hecho o probarla con argumentos a priori. Nada puede demostrarse a menos que lo contrario implique una contradicción. Nada que pueda concebirse distintamente implica una contradicción. Lo que concebimos como existente, lo podemos concebir también como inexistente. No hay ningún ente, pues, cuya existencia implique una contradicción. Por tanto, no hay ningún ente cuya existencia sea demostrable (David Hume, Diálogos sobre la religión natural)

Esta prueba de la indemostrabilidad de Dios contiene los siguientes pasos:

1. Una proposición queda demostrada si su contraria implica una contradicción (por ejemplo, 'llueve o no llueve' es verdadera porque es imposible que acontezca lo contrario)

2. Nada que pueda concebirse distintamente implica una contradicción.

3. Puede concebirse distintamente la inexistencia de cualquier ente (de una mesa, del Quijote, de Dios)

4. Luego, no hay ningún ente cuya existencia implique una contradicción; por tanto, no hay ningún ente cuya existencia sea demostrable.

El problema lo veo en el paso 3, porque ¿puede concebirse distintamente el no ser de algo? Entiendo que pueda concebirse que no existe esta mesa, el Quijote o Dios, lo cual, atiéndase bien, es diferente a afirmar que pueda concebirse la inexistencia de esta mesa, del personaje de Cervantes o de Dios. Por lo mismo, es diferente afirmar que concebimos que Dios existe que la existencia de Dios. De hecho, no creo que pueda concebirse la existencia de un ser omnipotente y omnisciente, puesto que cualquier concepción ya presupone una mente de poder limitado y falto de omnisciencia; insuficiente, por tanto, para concebir a Dios. Sólo Él sería capaz de concebirse a sí mismo, aunque este supuesto ya no podría formar parte de la argumentación, pues contradiría aquello que hay que demostrar.

8 comentarios:

Serenus Zeitbloom dijo...

Esto de la demostración o no de la existencia de Dios es un repetirse: le Gamma existe le Gamma n'existe pas le Gamma existe le Gamma n'existe pas... En realidad el defensor del argumento ontológico diría: “eso que dices es cierto y estamos de acuerdo contigo, David [Hume], pero es cierto de todo los entes excepto de Dios, pues Dios es aquel ser [el único] cuyo esencia explica su existencia y cuya no existencia es tan impensable como un triángulo cuyos ángulos no sumasen 180º... y esta es la prueba de la radical diferencia de Dios con respecto al resto de criaturas.. y bla, bla.. y lo mismo le decimos a Kant... bla, bla, bla..

Eva dijo...

Somos seres limitados, como bien dices, y más limitado que nuestro ser es nuestro lenguaje. Vuelvo a mi "comunicación", jeje.. Utilizamos el lenguaje para intentar demostrar o no este hecho de la existencia o no de Dios, al final nos faltan palabras para poder expresarlo. Personalmente yo, que creo en Dios, no puedo darte con palabras una razón. Los olores no podemos expresarlos con palabras, al final los asociamos a cosas "huele a limón", "huele a fresa". Nuestro vocabulario es tan límitado que no puede ni definir sensaciones, ¿como vamos a poder definir a Dios?

David Porcel Dieste dijo...

En efecto Eva, el lenguaje nos limita, determina nuestras posibilidades de pensamiento. Sobre lo que afirmas, sólo pienso que una fe que no se apoye en el razonamiento no prueba nada, no puede garantizarnos nada. Puedes confíar ciegamente en la existencia de Dios, pero debes ser consecuente y admitir que tu fe no se sustenta en suelo firme, por tanto, no puede pretender validez.

Abrazos

Eva dijo...

¿No se sustenta en suelo firme porque no se puede argumentar con palabras? ¿quieres decir eso?

David Porcel Dieste dijo...

Eso, no se puede argumentar con razones, principios lógicos; o se puede, pero creo que ya está suficientemente demostrado que esas razones que se creía antaño constituían suelo firme no lo son (véase, al respecto, Elogio de la irreligión. Un matemático explica por qué los argumentos a favor de la existencia de Dios, sencillamente, no se sostienen)

Anónimo dijo...

La existencia de Dios es algo inseparable de la creencia, de quien la sustenta. Creer en Dios es creer (y crearse) a sí mismo de una manera determinada. Me temo que, en un segundo paso (el primero es sabio: tomar nota del silencio constituyente del ser cuando pinsa)la creación termina en una forma de dormir, dormirse en el silencio mismo. Claro que, y ahí está lo bueno, el sueño siempre llega y, así, las conexiones inauditas de la palabra sin fin. Y, tantas veces, sabia.
E.E.Y.

Anónimo dijo...

La existencia de Dios es algo inseparable de la creencia, esto es, de quien la sustenta. Creer en Dios en una forma de creer en uno mismo, osea de crearse a partir de una insuficiencia. Me temo que en un segundo paso(el primero es muy sabio: tomar nota del silencio que antecede al pensamiento) esa creación se echa a dormir. A dormirse en el silencio, cosa confortable por demás. Otra cosa es, y ahí está lo bueno, que el en-sueño llega. Y con él las inauditas conexiones de la palabra que nos llevan dónde no sabemos. Micho más allá de las creencias, no tanto de la creación.
E.E.Y.

Anónimo dijo...

El acto de creer es inseparable del acto de creer en quien sustenta esa creencia,de creer en sí mismo, de crearse de una forma determinada.Un acto de creación. Mucho me temo que en un segundo paso (el primero es sabio: tomar nota del silencio que antecede al hecho de pensar) concluye en un dormirse al arrullo placentero del silencio. Sólo que, y ahí está lo bueno, el en-sueño acabará llegando y, así, la inaudita red de las palabras, que pescará,a pesar del durmiente-soñador, más allá de las creencias. No tanto de la creación, ahí está el límite.
E.E.Y.