viernes, 30 de junio de 2017

La negación afirmada

Para mi padre, de quien tanto aprendo

La negación la introduce el sujeto. Decimos: Dios no existe. Y luego lo demostramos. Pero ya hemos introducido la negación. Parménides estableció la negación como la condición de posibilidad del (des)conocimiento ("Y es que no podrías conocer lo que no es -no es alcanzable- ni tomarlo en consideración") La negación es, digámoslo así, la antesala de fantásticas teorías, algunas de ellas capaces de embaucar a los más incrédulos o de desilusionar a los más ilusos. 

Pero la negación la introduce el sujeto. Es, quizá, la condición del pensar. Pensar algo supone haberlo opuesto al resto de cosas. Si pienso que "mañana hará frío" es porque sé que "mañana no es hoy". 

Por ello hay que escuchar con cautela los argumentos teológicos, o metafísicos, sobre la inexistencia de Dios o del alma. Digo con cautela, porque se montan sobre un artificio, una muleta, diría yo. Y esta muleta es la negación, sin la cual no podríamos ni pensar ni esgrimir argumentos. 

Los empiristas trataron vanamente de fundamentar el origen de la idea de negación en la comparación. Si comparo "este hoy" con "mañana" descubro que no son idénticos. Sin embargo, bien pensado, cualquier ejercicio de comparación ya supone haber introducido la idea de negación. En efecto, si comparo "este hoy" con "mañana" es porque ya sé lo que es o significa "ser hoy", y, como decíamos, cualquier definición precisa de la negación.

Mucho me temo que nos hemos preocupado del ser y de lo positivo, pero poco del no ser y lo negativo.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

...y está la negación en Freud,que denota, en el enunciado del sujeto que niega, un escamoteo y un reforzamiento de lo que pretende ser negado: "No le amo", "no le odio", etc. No es que esas frases se puedan traducir como "por supuesto que le amo", " por supuesto que le odio...", sino que la marca del "no" añade un trazo definitivo a la afirmación.Una marca de fábrica de verdad.
Sobre el asunto de la in-existencia y la creencia, puedo decir: creo en Dios, en tanto que no existe. Es el mismo discurso del amor: te amo, porque estés o no, tu ausencia, inexistencia, es lo único que tiene que ver con la certeza, con la certeza del amor.

David Porcel Dieste dijo...

Interesante comentario. Lo mismo que el paisaje siempre se mira desde una posición (del sujeto que mira) y contando con un trasfondo (lo que oculta el paisaje), la negación supone un sujeto que niega (afirmado) y un trasfondo de afirmación; o, si se prefiere, una afirmación latente. Así, "No le amo" equivale a "Que sepas que yo no le amo (a él)" Se ve que la negación tiene sentido en tanto que se acaba afirmando la existencia del amante y de lo amado.

Por lo mismo, ese "creo en Dios" equivale a "Que sepas que yo creo en él", y afirmo su existencia, creo en él, sobre un fondo de inexistencia, de ausencia afirmada (de lo que me es presente no puedo decir que creo en ello, y menos con esa rotundidad)

Por tanto, mientras que en el primer caso la condición de decidibilidad de la negación ("No le amo") es la existencia afirmada (del sujeto y del objeto); en el segundo caso, la condición de la decidibilidad de la afirmación ("Creo, amo a Dios") es la inexistencia afirmada (de Dios)

Pensaré sobre ello,

abrazos

David Porcel Dieste dijo...

... Si la condición de decidibilidad de la afirmación de Dios ("Creo, busco a Dios") es la inexistencia afirmada de Dios, pues sólo tiene sentido que declare y crea fervorosamente en la existencia de Dios suponiendo su inexistencia, entonces es esta inexistencia la condición posibilitante de los argumentos a favor/en contra de la existencia de Dios.

Pero en tanto que condición posibilitante, ésta resulta irreducible a un discurso argumentativo, pues cualquier tentativa argumentativa que pretenda demostrar la presunta existencia de la inexistencia de Dios supondrá ya la presencia actuante de aquella condición.

Tenemos por tanto que de la inexistencia podemos tener un conocimiento indirecto, parcial, mediado, como del trasfondo que se oculta del paisaje, del que sólo podemos hablar en tanto que no lo vemos y porque no lo vemos.

Abrazos

David Porcel Dieste dijo...

En este caso, en lugar de "in-existencia" hablaría de "im-presencia: mientras que el concepto de inexistencia tiene sentido en un discurso argumentativo (contrario a la existencia de Dios), el concepto de impresencia hace referencia a aquella condición que origina y explica la aparición del credo y del creyente (con su argumentario) La impresencia es límite infranqueable, y, por ello, posibilitador de tantos mundos imaginarios.

Abrazos

M. A. Velasco León dijo...

La negación de Parménides es más de carácter metafísico-lógico, no podemos pensar lo que no es. Pero en sentido lógico-gnoseológico, en efecto, como dices, es necesario conocer lo que niega para perfilar la realidad positiva de un ser.
Por eso un no ser absoluto ni es pensable ni tampoco concebible para nuestra mente salvo en sentido lógico, por oposición a lo que pensamos.

David Porcel Dieste dijo...

En efecto, esta es la idea que en la entrada siguiente desarrollo. Abrazo