Al llegar la paz, atribuí a la tarde el milagro:
la presencia doblada de los juncos que la contenían
y el espacioso silencio de su ritmo vital condenado a morir.
Quise decirla, desparramando las sílabas al viento que caían a plomo en la espuma.
Y nadie me oyó.
Era el milagro.
"Que la tarde sea eterna y que el sol se enzarce en la tela roja de sus rayos",
murmuré.
Miguel Porcel Berdala 21/3/2009
4 comentarios:
Hola David, hermosas letras la de tu post, te invito a visitarme a mi casa http://sietesolyluna.blogspot.com
Te dejo un fraternal abrazo lleno de sol y de luna.
Se agradece tu visita,
te pongo en enlaces.
Saludos
La poesía llega a lugares que no se alcanzan por otros caminos. Gracias por enseñarnos este.
saludos
Hola David
Voy buscando a un riojano que se preste al reto de completar un mapa-album de blogueros de todo el país.
Pásate por aquí y dime si te prestas a ser el representante de Adán en La Rioja.
http://albumdiablo.blogspot.com/2009/01/los-nuevos-adanes-y-evas.html
Gracias y saludos del Diablo
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