domingo, 2 de mayo de 2010

Tierra de todos

Rodeándonos de infinto mar

acaricia mi rostro suave

un rayo de fuego amarillo

que atraviesa la oscuridad


La memoria como el olvido

borran el tiempo de todos,

cuando esa esperanza ilusa

se desvanece como un ayer


El corazón siente apagarse,

mas una música se acerca

que el viento impasible lleva

de un lugar invisible al ojo


En aquella música adivino

que mi muerte no es la tuya,

que lo íntimo yace siempre

donde la tierra da forma.


A mi madre,
2 de Mayo de 2010

4 comentarios:

Anónimo dijo...

No sólo amor, sino verdad, sobre todo verdad, hay en tu poema. La verdad se aprende, a veces a costa de despojarse del amor y del humor, de los humores, más exactamente. La poesía queda, permanece, como un tatuaje en una piel que ya nunca será la tuya, ni la de nadie.
Gracias por ese poema. Te sigo, ¿cómo no te voy a seguir si soy yo? y creo, que es el mejor hasta la fecha.
M.P.B.

David Porcel Dieste dijo...

Gracias en lo que toca... y espero impaciente ese material....

Eva dijo...

Hoy me he acordado de leerte y me ha gustado tu entrada :)
Felicidades, y sigue así, lo estás haciendo muy bien.

David Porcel Dieste dijo...

gracias Evi...a ver si cuando tengas tiempo retomas tu blog.

Besos