Rodeándonos de infinto mar
acaricia mi rostro suave
un rayo de fuego amarillo
que atraviesa la oscuridad
La memoria como el olvido
borran el tiempo de todos,
cuando esa esperanza ilusa
se desvanece como un ayer
El corazón siente apagarse,
mas una música se acerca
que el viento impasible lleva
de un lugar invisible al ojo
En aquella música adivino
que mi muerte no es la tuya,
que lo íntimo yace siempre
donde la tierra da forma.
A mi madre,
2 de Mayo de 2010
4 comentarios:
No sólo amor, sino verdad, sobre todo verdad, hay en tu poema. La verdad se aprende, a veces a costa de despojarse del amor y del humor, de los humores, más exactamente. La poesía queda, permanece, como un tatuaje en una piel que ya nunca será la tuya, ni la de nadie.
Gracias por ese poema. Te sigo, ¿cómo no te voy a seguir si soy yo? y creo, que es el mejor hasta la fecha.
M.P.B.
Gracias en lo que toca... y espero impaciente ese material....
Hoy me he acordado de leerte y me ha gustado tu entrada :)
Felicidades, y sigue así, lo estás haciendo muy bien.
gracias Evi...a ver si cuando tengas tiempo retomas tu blog.
Besos
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