viernes, 4 de abril de 2014

Café filosófico con Byung-Chul Han

El pasado miércoles 26 de marzo tuvo lugar el segundo encuentro de nuestro recién fundado Café filosófico. La sesión giró en torno a las tesis que el joven filósofo coreano Byung-Chul Han esboza en su reciente libro La sociedad del cansancio (2012) Las intervenciones de los que allí estábamos se centraron en destacar aspectos valorables de la obra de Byung-Chul Han por su cualidad de arrojar luz sobre una sociedad que, sumida en el agotamiento y el dopaje, necesita urgentemente de un diagnóstico. Sin embargo, tampoco faltaron voces críticas respecto a su propuesta final del cansancio como condición posibilitante del encuentro con el otro.




La mayoría convino con el autor en que el exceso de información y de (auto)rendimiento -visible además en el mundo del adolescente- lleva a un estado de estrés y aturdimiento que estrecha el lugar para la lucidez y la creatividad. Como se dijo, este aparente progresismo tecnológico, que parece pretender convencernos de que en todo y para todo hay que hacer uso de los dispositivos tecnológicos -para comer, vestirse, enseñar, relacionarse....-, en ocasiones no constituye más que la ocasión perfecta para huir de nosotros mismos y de los demás. Es el horror al vacío, el temor a reconocer nuestra condición de seres arrojados, necesitados, lo que nos impulsa a aferrarnos a las promesas de felicidad y seguridad que irradian de la sociedad del bienestar. Vivimos -como dice Ortega- alterados. Más bien, es nuestra manera de estar en el mundo lo que propicia la alteración y vuelve prescindible el recogimiento. Cierta actitud sosegante -como se dijo- debe ser el presupuesto para la reflexión y la contemplación: "Solo la profunda atención impide la versatilidad de los ojos y origina el recogimiento que es capaz de cruzar las manos errantes de la naturaleza. Sin este recogimiento contemplativo, la mirada vaga inquieta y no lleva nada a expresión." (pp. 38)


Una pregunta clave que se planteó es si la educación puede reconducir a nuestros adolescentes y librarles de este aturdimiento que propicia esta sobredosis de información que recibimos diariamente. La pregunta no es baladí, pues debemos ser conscientes que nosotros -profesores y educadores-, querámoslo o no, estamos también inmersos en la sociedad del cansancio y, por ello, seguramente contagiados del virus de la (sobre)información y de la (hiper)atención. Algunos de los presentes todavía confiamos en la libertad como presupuesto para (re)crear nuevas circunstancias posibilitadoras de experiencias y encuentros con lo otro; otros, en cambio, veían con desesperanza un futuro que vislumbra el triunfo del homo videns sobre la vida teorética. En cualquier caso, la mayoría convino en afirmar la importancia de la narración y de la historia como maneras de hacer transparente una interioridad casi siempre soterrada deliberadamente o encubierta por aquellos estados de somnolencia y aturdimiento a los que tan acostumbrados estamos.

Recientemente se han traducido otros títulos del autor:

La sociedad de la transparencia

La agonía de Eros

2 comentarios:

M. A. Velasco León dijo...

Veo que vais cogiendo marcha, lo cual anima y da ganas de imitaros.
El libro parece interesante, además estamos desacostumbrados a los pensadores del lejano oriente.
(¿La primera imagen es de "Melancolía"?)
Saludos

David Porcel Dieste dijo...

Muchas gracias, Miguel Ángel, también estamos involucrados con el tema de la Olimpiada, que esperamos salga el curso que viene. El lugar es en el Café Parlamento y sí, eso, es, es de Melancolía. Saludos.