martes, 11 de septiembre de 2018

Errores de juventud

La civilización se constituyó en torno al fuego, y sólo aquellos que comprendían su secreto podían comunicar con los dioses, cuya voz, si bien mediada, nadie escuchaba.

Su error fue tratar de tocar y poner voz a lo que no lo admite, como quien construye puentes sobre desiertos o cruza mares con brazos de paja. Más aun, fue tratar de que la musa bajara hasta él y le mirara como él la había mirado.


Mientras, ella, la de carne y hueso, ajena a todo, se camuflaba vanamente en el personaje inventado, y reía, burlona, del error de juventud.


Reflexión del 11 de Septiembre

3 comentarios:

Robin de los bosques dijo...

David, ¿Es ese error del que hablaba Wittgenstein? Afanados por nombrar olvidamos que no todo se puede mentar: lo místico.
¿Será nuestro destino humano la palabra y su férreo límite?

David Porcel Dieste dijo...

En efecto, como tantos han advertido, el lenguaje tiene sus límites, aunque sus posibilidades sean infinitas. Con esta entrada quería expresar, sin embargo, la vana pretensión juvenil de corporeizar lo que, de suyo, no admite voz ni carne. No reparo tanto en la cuestión de los límites como en la de la vanidad de la pretensión; viendo, eso sí, que dicha vanidad sólo puede nacer de un corazón juvenil, todavía abierto a experiencias primeras o epifánicas. Un abrazo.

Robin de los bosques dijo...

Gracias por la aclaración.
Quizá haya algo de anhelo de aquella pretensión juvenil...