miércoles, 5 de febrero de 2020

Conocimiento indisciplinado

¿Eres de ciencias o de humanidades? ¿De números o de letras? ¿De esto o de aquello? Conocimiento disciplinado, es lo que hay. El conocimiento disciplinado es dócil, obediente, organizado, que hace de todo menos descarrilar. Una genealogía de la indocilidad habría que ensayar, y ver si sacamos algún grano de los que dan frutos, o árboles. No se trata de practicar algo así como una anarquía pedagógica, o propedéutica, como si respecto del conocimiento alguien tuviera la llave del gobierno. Pero, ¡por dios!, tampoco creamos que el conocimiento se deja encarrilar.

No, el conocimiento no va de eso. Conocer, me aventuro aquí y ahora, es una sola cosa, o un solo quehacer, como diría el joven Ortega, pero sin el qué. Como tal, ajeno a la disciplina. Los hay que lo quieren apresar, y hasta convertir con vistas a cierta religación. Y entonces topamos con los mesías de la verdad, que van pregonando su doctrina esperando hacer de su vida una escuela, y de su escuela una vida. Me decía un alumno enorgulleciéndose de ser popperiano (lo cual no está mal tratándose de 1º de Bachillerato) que ya en su corta existencia había tenido que combatir a idealistas y materialistas y sensualistas y espiritistas, dándose cuenta entonces que del combate también se hace bandera.

Tampoco el conocimiento admite partición o división, por muchos que sean los esquemas y organigramas que contengan nuestros libros de textos, o los vuestros, queridos alumnos. No, el conocimiento, de suyo, cabalga con libertad, y cuando se frena, o vuelve, o se estampa, también lo hace con libertad. Conocer no es propio de nadie, pero tampoco propiedad de nadie. El conocimiento es ajeno a cualquier forma de apropiación, como diría Heisenberg, deja de ser en cuanto lo quieres apresar. Conocer, quizá, sea aventurarse, sacudirse, olvidarse de sí, y con ello hacer más grande al otro.

2 comentarios:

Robin de los bosques dijo...

Tanto miedo nos da la libertad que necesitamos ponerle etiquetas para dirigir sin pérdida nuestros afectos.
Tienes toda la razón. El saber no admite ese grado de categorización, que por otro lado es una forma de establecer lo que es normativo y lo que es marginal.
Me encanta eso de "ensayar una genealogía de la indocilidad". Me sumo a ello.

M. A. Velasco León dijo...

Muy cierto, al menos me lo parece a mí.
Conocer es ser lo que somos, lo que vamos siendo, es irnos construyendo progresivamente, no un mero acumular ideas postizas para nada.
Por eso las divisiones letras-ciencias o reglado-por libre etc. no dicen nada sino mentiras que nos despistan de lo esencial.
Salud.