domingo, 9 de febrero de 2020

Enseñanza a un rey

En un lugar no muy lejano había un joven que se enorgullecía de todo lo que había amado. Por donde iba pregonaba la fuerza de su amor. Si recorría poblados llegaba a oídos de sus gentes, si atravesaba llanuras y montañas, eran las flores las que sabían de su amor, y si alguna vez llegaba a orillas de algún mar, cada ola sin remedio se llevaba su testimonio.

Tal fue la virulencia con la que se propagó su voz que llegó a oídos de un rey interesado en conocer sus secretos. A su llamada, el joven le confesó la historia de su amor. El primero, comenzó contándole, había sido tan puro que le descubrió la blancura de la luz, y los pliegues del viento. Y había sido tan duradero que, aún hoy, en las frías noches de invierno, allí donde la vida apenas florece, seguía iluminando las lunas y los días. El segundo amor, siguió diciéndole, le descubrió el calor de los cuerpos, la humedad de los cabellos y la vergüenza en los rostros. El tercero, más reciente, le enseñó la sal de las lágrimas, el ayer y el anteayer, el quizá y el seguramente...

Cuando el joven hubo concluido su historia, el rey le preguntó: ¿Por qué lo que me cuentas demuestra la grandeza del amor?

Porque por él, su majestad, usted puede reinar y nosotros ser reinados.

10 comentarios:

Anónimo dijo...

Que preciosidad de cuento. Tu sensibilidad y maestría escribiendo no conoce límites.

David Porcel Dieste dijo...

Y me encanta que te haya gustado. Besos

Rocío dijo...

Precioso David, me ha encantado.

David Porcel Dieste dijo...

Me alegro mucho. Besos

Robin de los bosques dijo...

Me ha gustado muchísimo, David. Me fascina como has transmitido en pocas líneas una idea compleja de una forma tan sencilla y tan bella.
También me ha encantado la forma en la que has descrito al amor en sus tres facetas.
Tremendo domino de la técnica de los cuentos zen.

David Porcel Dieste dijo...

Muchas gracias, querida Robin. El caso es que así salen. Un abrazo

M. A. Velasco León dijo...

Me encanta la primera parte, bueno el cuento casi entero, pero, y siento ser la nota discordante, la frase del enamorado al rey ... no me encaja. Me parece un caso de "la verdad se sigue de cualquier cosa", con toda la problemática que ello implica.

David Porcel Dieste dijo...

Bueno, eso habrá que preguntárselo al autor, que no tengo claro que sea yo, pero ningún otro seguro. En cualquier caso, sí que veo la conexión: el amor no es algo singular, o propiedad de quien ama. Por eso, la historia del joven es también la historia del rey.

M. A. Velasco León dijo...

Vale, sí, pero en lo referido a reinar y ser reinados ... se trata de algo que yo no calificaría de amor, precisamente. Más me iría a ese otro "cuento" de La Boétie (su Discurso de la servidumbre voluntaria).

David Porcel Dieste dijo...

Yo estaba pensando más en Parsifal y el santo Grial: el poder también es sirviente, necesita de algo que lo despierte, y lo incendie. Las relaciones entre el amor y la voluntad de poder sí que daría para una mesa redonda.