viernes, 22 de mayo de 2020

Elogio a la ingenuidad

Acercarse al génesis de las cosas no significa preguntarse por su causa, ni siquiera advertir si tienen causa las cosas. Acercarse al génesis, como presupuesto de la creación, significa despojarse de todo lo que es impuesto, apartarse de todo lo corrosivo y acorazarse frente a lo invasivo. Por ello, la ingenuidad, como lo que nos hace estar junto al génesis, no es principio, sino conquista; no es privación, sino condición.


No es extraño, en este sentido, que los grandes ingenuos de nuestra historia, como Parsifal, Aladino, Prometeo o Jesucristo, hayan sido los grandes resucitadores de mundos que creíamos olvidados y de aventuras que pensábamos propias de dioses. El ingenuo, precisamente por morar junto al fuego de las cosas o desafiar mirando al sol, es el verdadero amante de los hombres y del conocimiento, aquel capaz de abrirse paso haciendo suyo lo que es de nadie y, como Eros en pleno éxtasis, batiéndose por terreno inexplorado.

3 comentarios:

M. A. Velasco León dijo...

Lo difícil es recuperar la ingenuidad una vez perdida, es decir, una vez que hayamos tomado conciencia de ella.
Salud

Robin de los bosques dijo...

Me parece muy acertado lo que dices sobre la ingenuidad como condición y punto de partida para abrir caminos.
Siempre se entiende como dices tú, como privación, pero realmente es básica para poder comenzar a crear.
¿No te da la impresión de que es una tendencia más que un estado? Quiero decir, una manera de mirar y hacer. Hay personas que pese a llevar suficientes experiencias a las espaldas, nunca terminan de perder esa manera de abordar la vida, hacen y se proyectan desde esa ingenuidad. Esto les acarrea normalmente un brillo diferente...

David Porcel Dieste dijo...

Cierto! Creo que aciertas de lleno con el matiz. Gracias de nuevo por pasearte y por añadir tanto en tus comentarios.