viernes, 16 de enero de 2009

Remedios contra la estupidez

El espíritu se deja atraer, por pereza y por costumbre, a lo que es fácil y agradable. Este hábito pone límites a nuestro conocimiento, y nadie se toma el trabajo de llevar a su espíritu todo lo lejos que podría ir.

F. DE LA ROCHEFOUCAULT

Muchos adolescentes acaban renunciando a sus expectativas profesionales antes de intentar alcanzarlas, muchas veces, por culpa de una serie de creencias equivocadas sobre sus talentos y capacidades intelectuales. ¿Cuántas veces hemos escuchado de nuestros alumnos: 'Profesor, esto no lo sé hacer, mi cabeza no me da', 'Mira profe, yo sé que no valgo para Bachillerato, a lo sumo para hacer un Grado Medio', '¿La Universidad?.... Eso me va muy grande, yo aspiro a menos, es que no soy tan listo como los demás....? Hay alumnos que prefieren aparentar ser tontos a tener que trabajar, pero los hay también que renuncian a trabajar porque verdaderamente se creen tontos. Decía Dalí que el primer requisito para ser un genio, en cualquier materia, es creer serlo; por lo mismo, la primera condición para acabar siendo un tonto es creérselo. La creencia sobre las posibilidades personales, que el niño se forma condicionado por la percepción que de él tienen sus padres y maestros, condiciona sin duda el grado de realización de dichas posibilidades. Esta es una de las tesis que el profesor Ricardo Moreno expone en su diagnóstico de la educación actual Panfleto antipedagógico. El remedio que propone para prevenir la estupidez es sencillo y eficaz: consiste en provocar situaciones que estimulen en el alumno la confianza en sus facultades y el descubrimiento de posibilidades que ignoraba.

3 comentarios:

. dijo...

Hay un dicho que es algo así como ..."Donde hay un deseo hay un camino". En mi opinión ese es el problema fundamental. Así que lo ideal es conseguir que se tengan deseos.
Una vez se tienen deseos .... claro que está bien intentar despertarlos. Pero generalmente no hay verdaderos deseos, así que ya ni hablemos de caminos.

saludos

David Porcel Dieste dijo...

Lo mismo que un enfermo, consciente del mal que amenaza su salud, generalmente acude al médico deseoso de que éste le cure, un alumno, consciente de su ignorancia, si es aplicado, se interesa por aprender y acude al profesor. Pienso que el deseo de aprender se presupone en el aprendizaje, lo mismo que el deseo de curarse en el ejercicio médico. El que se interesa por aprender es porque primeramente ha tomado consciencia de su ignorancia y luego quiere poner fin a ella. Podría no hacerlo, como el que tiene un mal y a pesar de eso se niega a ir al médico, pero eso ya no compete al profesor. No debe ser labor suya pretender que el alumno quiera aprender, sino realizar bien el ejercicio de la docencia para que aquellos que sí tengan interés puedan aprender, lo mismo que a un médico no puede exigírsele que convenza a los malos pacientes a que tomen su medicación, pero sí, en cambio, a hacer bien el diagnóstico y el tratamiento.

Saludos

. dijo...

Sí, yo también veo el deseo de aprender como "actividad" necesaria del estudiante. No hay que inculcarlo porque si no sale de uno mismo no habrá forma, pero inevitablemente saldrá si se ven las grietas en las que se sustenta lo que comunmente se llama "la realidad", y ahí es el profesor el que puede hacer mucho, simplemnete mostrando. Después de "ver las grietas" no creo que una persona se pueda quedar impasible sin ir camino de la locura.

saludos