viernes, 26 de junio de 2009

Heidegger y la nueva concepción de la verdad

Para Heidegger, lo mismo que para su maestro Husserl o su coétaneo Ortega, tal como lo cuenta Roberto Torretti en sus Estudios filosóficos 1957-1987, el camino apropiado para descubrir la verdad comienza por dejar de pensar conforme a las concepciones tradicionales de la verdad, que la entienden como una relación adecuada entre las proposiciones y el mundo (verdad como correspondencia) o entre las proposiciones y el sistema a las que pertenecen (verdad como coherencia) A juicio de Heidegger, la verdad no depende de una relación objetiva entre dos realidades independientes al sujeto, y, en este sentido, la tarea del filósofo no puede consistir en descubrir dicha relación, sino que se funda en la presencia inmediata, patente, de lo que las cosas son: la verdad primaria y fundamental consiste en la patencia de lo que es, en su presencia inmediata que se revela al sujeto en el acto de pensar.

Por tanto - y así lo argumenta Torretti -, el giro heideggeriano consiste en dejar de considerar lo verdadero como una propiedad de las proposiciones y en concebirlo como lo que se hace patente, manifiesto, inmediato, al pensar del sujeto. Ese giro tiene sus motivos en el hecho siguiente: si se entiende la verdad como una relación adecuada entre el lenguaje y el mundo (verdad como correspondencia) o entre el lenguaje y el sistema al que pertenece (verdad como coherencia), es necesario demostrar que se da efectivamente esa adecuación, para lo cual necesitamos echar mano de un criterio de verdad anterior a la enunciación de las proposiciones pretendidamente verdaderas: la proposición es correcta si dice lo que de veras son las cosas de que se habla; para establecer la verdad de la proposición hay que conocer la verdad de las cosas; la corrección de la proposición es verdad en sentido derivado, se funda en la verdad primordial: la presencia manifiesta, patente, la patencia de lo que las cosas son - de igual modo - (...) para establecer la verdad de una proposición hay que conocer la verdad de su coherencia, es decir, esta coherencia tiene que ser manifiesta, patente; la patencia del nexo entre las proposiciones resulta ser la verdad en sentido primordial.
Las implicaciones de esta nueva concepción de la verdad han conducido a Heidegger y a sus seguidores a repensar la tradición y a interpretarla no ya como una sucesión de intentos frustrados de alcanzar la verdad, sino como el constante y progresivo redescubrimiento del ser.

Retorno a la Metafísica (II)

Todo conocimiento, para que sea completo y autosuficiente, debe contener una metafísica.

Los axiomas son las definiciones científicas primeras, pero contienen conceptos que exigen una definición de un orden no científico.

La metafísica nace de la necesidad de saber qué es el ser, el ente; de ahí que en el origen de toda ciencia (que se pregunta por el ser de esto o de lo otro) haya una concepción metafísica.

El cientifismo deviene cuando se piensa que la ciencia es un saber autosuficiente, integral e independiente, y se sostiene en la contradicción de negar la metafísica como una forma de conocimiento basándose en una concepción metafísica del ser.

martes, 9 de junio de 2009

Retorno a la Metafísica

En estos tiempos en los que el cientifismo se está apoderando de la opinión general, no está de más recordar el hecho de que la ciencia es un conocimiento subordinado a otras formas de saber, como la metafísica, y que lejos de ir la filosofía al servicio de la ciencia, como han pensado la mayoría de las teorías del conocimiento desde la modernidad, toda ciencia presupone una metafísica.
A mis alumnos trato de mostrarles, no sin ciertas dificultades, que la física, la química, las matemáticas, en sus investigaciones, presuponen una metafísica, de la cual pocas veces son conscientes; y la presuponen porque aquello de lo que hablan (átomos, cuerpos, fuerzas, números, figuras…) son, cuando menos, el ser fundamental, de cuyo conocimiento se ocupa la Metafísica. Así, la física mecanicista que habla de los cuerpos, de sus magnitudes y movimientos, presupone una definición de lo que es un cuerpo, pero también una definición de lo que es una sustancia, que a su vez incluye un conocimiento sobre lo que es el ser. Porque toda ciencia que se ocupa del estudio de lo que hay debe incluir una definición de eso que lo hay (átomos, moléculas, figuras, números...), y todo lo que hay es, cuando menos, ser, ente. De un átomo se puede decir muchas cosas, predicar numerosas propiedades, pero hay una que le es necesaria e indiscutible: la propiedad de ser; de ahí que toda ciencia sobre los átomos haya de tener, aunque sea rudimentaria e inconsciente, una concepción sobre lo que es el ser, sobre el ser del ente.
Ignorar esto lleva al cientifismo. En efecto, si el científico piensa que su ciencia (en general, la ciencia) se ocupa de las cosas últimas, si piensa que su ciencia es un saber autosuficiente, integral e independiente, entonces no considerará otras formas de conocimiento como la Metafísica; en el mejor de los casos, tratará en vano de responder a las preguntas y problemas de ésta. Por ello no está de más recordar que la metafísica también proporciona un conocimiento necesario, sólo que ella se diferencia de las ciencias por el objeto del que se ocupa (ser fundamental, frente a ser derivado) y por la necesidad de fundar la verdad de sus averiguaciones en ella misma (frente a las ciencias, cuyas proposiciones serán verdaderas en la medida que lo sean las proposiciones de la metafísica) Un retorno a la Metafísica supone, en este sentido, no sólo delimitar el quehacer de la ciencia, sino recuperar también la metafísica como forma de conocimiento e instalarla en el conjunto del saber humano.

sábado, 6 de junio de 2009

Poema de una alumna (II)

El racismo, un velo de dolor

El racismo,
un velo de dolor
y de sufrimiento,
que siempre está ahí,
que quien lo lleva lo sufre
como la peor maldad

Una pegatina
que se pone
a quienes son diferentes,
diferentes de raza
y de color,
pero no de alma
ni de corazón

Es la causa de tristeza,
cuando debería ser
de felicidad;
felicidad por ser diferente,
diferente a los demás

Ese velo se quita
simplemente
aceptando a la gente,
simplemente
no juzgándola,
simplemente
siendo amable

¿Cómo puede ser
que una cosa tan sencilla,
cueste tanto a la gente?,
¿que esta vida sea así
con los que no lo merecen?,
ésta es mi pregunta,
a la que nadie me responde

V.V.R. (alumna de 2º de E.S.O.)