viernes, 12 de diciembre de 2014

Actuaciones, propuestas y espacios de vida

Ciudades, Puertos, Frentes Marítimos, memoria del litoral con historia, arte, arquitectura, diseño urbano y espacios de vida en entornos de ciudades del arco atlántico, del norte de España, Francia y Portugal, con articulistas y artículos de gran nivel como vemos en el sumario de este Ábaco 80/81 que también trata de cuestiones como la artesanía textil mexicana, la pedagogía del maestro o del medio ambiente en el río Bravo. Motivos todos que invitan a leer esta amena revista de cultura y ciencias sociales.





Los núcleos costeros del litoral han experimentado notables cambios morfológicos tras la perdida de sus tradicionales funciones pesqueras e industriales, a causa de ello se han realizado diferentes actuaciones y propuestas para su regeneración o refuncionalización. La revista Ábaco ha publicado en este número, coordinado por la profesora Mª Soledad Álvarez, catedrática de Historia del Arte de la Universidad de Oviedo, una serie de trabajos de historiadores del arte, arquitectos, y otros investigadores sociales, que son producto de un programa de investigación europeo analizando la situación de entornos costeros del Arco Atlántico, en especial de ciudades del norte de España y de núcleos de población directamente vinculados con el agua en las cuencas fluviales en diferentes lugares. 

Entre otras cuestiones se abordan intervenciones urbanísticas, algunas de ellas recurrentes como puertos deportivos. En otras se aborda el nuevo patrimonio arquitectónico y las arquitecturas singulares en las denominadas  “ciudades del borde” y arquitecturas en el waterfront, también equipamientos artísticos habilitados con el fin de contribuir a la regeneración estética, funcional y económica de los espacios públicos donde se plantea el arte como recurso, ya sea con intervenciones escultóricas y propuestas artísticas, así como el diseño de espacios, infraestructuras y mobiliario urbano o la dotación de nuevas infraestructuras turísticas con experiencias de hoteles del mar y nuevos espacios de consumo y ocio en el borde litoral.

La transformación de ciudades como Avilés, Gijón, La Coruña o Bilbao se complementa con el análisis de proyectos considerados modélicos en la costa atlántica francesa como es el caso de Les halles Alstom dans l ́Île de Nantes y la aproximación a los puertos del norte de Portugal, que han permitido establecer un análisis comparativo y dan cuenta de la necesidad común que experimentan las ciudades portuarias del ámbito atlántico de destinar importantes recursos a una relación dialéctica entre ciudades y puertos, con nuevos proyectos, una renovación funcional y de diseño urbano, posibilitando la recuperación de los frentes marítimos para uso ciudadano y revitalización de su economía. 



En el artículo con el que tengo el gusto de colaborar, relacionado con la pedagogía, y que lleva por título El lugar del maestro en la sociedad del rendimiento, preguntamos por las condiciones que hacen posible el fenómeno de la vocación en un mundo regido por el imperativo de rendimiento y productividad. La vida contemplativa –como condición del deseo y de la vocación- ha de realizarse desde un lugar no técnico, esto es, sustraído del proceso de tecnificación del mundo. Es precisamente este lugar el que hoy en día está siendo desalojado, y no por falta de agudeza o ingenio de quien haya de ocuparlo, sino porque apenas queda ya espacio vacante para alojar nada. Todo está demasiado lleno, demasiado calculado y previsto para que en algún lugar pueda renunciarse a hablar el lenguaje de la técnica. Por ello, urge preguntarse por el lugar y papel del «maestro», quien nos pone en el camino de la vocación y del deseo.

martes, 11 de noviembre de 2014

Una comunidad de televidentes

La charla que nos brindó ayer el conferenciante Don Roberto Cibrián no estuvo exenta de referencias literarias y filosóficas, y es que su tema -el poder de la ficción en la construcción de la persona- así lo exigía. La tesis principal que allí se esgrimió es que la ficción, lejos de ser una fuente de evasión o de compensación, como tantos cientificistas hoy en día se regodean en afirmar, conforma una poderosa herramienta para cambiar la mentalidad de las personas. Es, de hecho, un elemento educador que, en lugar de desarrollarse en la poética o la retórica como en la antigüedad, aparece canalizado por los mass media, como la televisión o el cine. Es un hecho que la televisión enseña, pero no sólo educa, sino que expresa los valores de una época, de ahí que, como se dijo al hilo de una alusión a Emilio Lledó (que al parecer ha retirado el televisor de su salón), no se puede ser hombre de nuestro tiempo sin cultivar aquello que Sartori calificó  de homo videns.


La segunda parte de la conferencia se centró en analizar el papel catalizador y liberador que en su momento desempeñó la serie televisiva de humor estrenada en ETB2 "Vaya semanita" (2003) en relación al conflicto vasco. El enorme poder legitimador y visual de los contenidos televisivos cautivó la atención de los espectadores hasta conseguir que los vascos "se rieran de sí mismos" y aprendieran a consentir una imagen social de ellos que, por qué no, a todos nos puede causar gracia. En definitiva, la tesis de fondo que llenó toda la charla y las intervenciones posteriores es que la ficción (ya sea novelada o televisada) es intrínsecamente ética, esto es, moralizante o desmoralizante, hasta el punto que "quien no va al cine, no puede decirse que viva en comunidad."

David Porcel

sábado, 25 de octubre de 2014

El leivmotiv de la educación

Nadie de los presentes quedó indiferente ante las palabras, bien pronunciadas y medidas, del ponente Don Raúl Fourny de Jorge, que además de profesar se le da bien esto de filosofar y pensar sobre la realidad. O así me lo pareció, después de escuchar su conferencia, analítica en su naturaleza y reflexiva por su fondo. Lo más estimulante de su charla fue comprender la naturaleza creada, más bien, provocada, de una educación que desgraciadamente cada vez más se deja encasillar en el paradigma de la racionalidad económica. Su conferencia permitió entender el origen ontológico de esa concepción neoliberal que ve en la educación el escenario perfecto para extender su campo de acción y aplicación. Como pretendieran en su día los cientificistas radicales, para los que incluso cabía cuantificar lo vivencial y subjetivo, a fin de ejercer un control sobre ello, los neoliberales se afanan ahora en descubrir el leitmotiv de la acción humana desde el que legitimar una ética encaminada a la acumulación de capital. Ese leitmotiv es sin más el cálculo económico, que ve en la vida y todo cuanto la compone un motivo para generar riqueza y productividad. Desde este paradigma, la propia educación, en la que intervienen profesores, alumnos, recursos, actividades (escolares y extraescolares), afectos y sentimientos internos (cariño, respeto, admiración...), ha de cuantificarse y evaluarse teniendo presente los estándares impuestos por esta ética de la maximización de beneficio. La educación se convierte, ya desde su base familiar, en una actividad que ha de regirse según la lógica económica de la productividad y del cálculo.


Así, a la luz de la mirada de autores como Ludwig von Mises, el sistema económico sólo puede funcionar cuando los individuos son aptos para la forma de producir, y son aptos para producir cuando rigen sus acciones y decisiones según la racionalidad económica o la lógica del cálculo. Por tanto, la ética que debe imperar en la economía liberal no es una ética de contenidos, sino formal y, como tal, universalizable. Estamos ante lo que Nietzsche anticipó antes de su colapso en 1888: No es la victoria de la ciencia lo que caracteriza nuestro siglo XIX, sino la victoria del método científico sobre la ciencia; de modo que, si es preciso racionalizar todo con vistas a la obtención de ganancias y todo ha de seguir las pautas del método de conocimiento, éste acabará transformando el objeto de conocimiento, esto es, terminará por instrumentalizar la educación misma, pervirtiendo su naturaleza, yendo contra ella, contra el hombre mismo.

David Porcel

jueves, 23 de octubre de 2014

Ensoñación del atardecer del 17 de octubre

No veo más que una naturaleza muerta, putrefacta, en estado continuo de descomposición. El Sol y la Luna han dejado de iluminar la naturaleza y las miradas ya no irradian deseo. Un pájaro desplumado me dice que el Amor se ha retirado. Los hombres son ya autómatas desprovistos de ánimo y se oye el llanto abandonado de un niño a lo lejos.

Comprendo entonces que el Amor es el fundamento de la vida, todo lo une y sostiene, y mientras todo se disgrega hacia una Nada infinita, me pregunto si el Amor mismo puede disolverse.


Ensoñación del atardecer del 17 de octubre

miércoles, 15 de octubre de 2014

Sueño del 15 de octubre

Me encontraba en el lugar donde se habían forjado mis sueños, lo que soy y no soy ahora.

Veía un recoveco estrecho y profundo, cuya visión en la infancia tanto había alimentado mi deseo de explorar, ahora materializado en la lectura y la filosofía. Veía los residuos de papel con los que en aquel tiempo nos dedicábamos a fabricar pelotas y porterías, y comprendí mi afición por lo deportivo.

Todavía eran visibles las marcas de tiza que habían quedado de aquellos juegos que nos transportaban a un tiempo más próximo al de los muertos.

Comprendí entonces que nunca había salido de aquel lugar.


Sueño del 15 de octubre

miércoles, 17 de septiembre de 2014

Sueño del 11 de septiembre

Celebrábamos el renacimiento de una de las grandes figuras de las letras. Había vuelto, literalmente, de entre los muertos y paseaba de un lado a otro contemplando un muro hecho por los hombres que pretendía homenajear su figura.

Me acerqué a él y me atreví a sugerirle:

- ¿Cómo se siente ahora que sabe de la admiración que los hombres profesan por usted?...

...pero, en lugar de quedarse aquí, deleitándose con el recuerdo de su nombre, ¿no siente verdaderas ganas de adentrarse en el mundo y descubrir lo que es más importante: si vamos hacia adelante, en continuo progreso, o marchamos hacia atrás en una espiral de involución? Porque, créame, este es el problema verdaderamente humano.

El maestro, que parecía ahora un muñeco de ojos diminutos, me miró indiferente, como si el mundo ya no le perteneciera.

Sueño del 11 de septiembre de 2014

jueves, 11 de septiembre de 2014

Os damos la bienvenida

Os damos la bienvenida al nuevo blog encaminado a promover y difundir la Olimpiada de Filosofía de La Rioja, donde podéis encontrar en los enlaces de la parte superior toda la información pertinente sobre esta actividad que organiza la Sociedad de Profesores de Filosofía de La Rioja (SOFIRA), en colaboración con la Consejería de Educación, Cultura y Turismo y la Universidad de la Rioja. La idea es organizar una serie de pruebas que exijan de la destreza intelectual y del conocimiento filosófico de nuestros alumnos para superarlas, de forma que éstos deban de poner en juego capacidades que les aproximen a la realidad filosófica. Creemos, en este sentido, que una actividad por la que los alumnos tengan que competir haciendo uso de capacidades como la oratoria o la argumentación va a estimular y acrecentar su iniciativa a la hora de construir discursos filosóficos debidamente argumentados. No se trata de fomentar la competitividad en nuestros alumnos, sino de que ésta sirva de ocasión para acrecentar su curiosidad y aprendizaje.


Como podéis ver en las bases hemos organizado y estructurado la Olimpiada filosófica siguiendo las mismas pautas y modalidades que luego nuestros alumnos encontrarán en la fase nacional, que este curso dará comienzo en Abril y se desarrollará en la ciudad de Madrid. De este modo, nuestros alumnos ganadores dispondrán de un referente para saber a qué atenerse en esta nueva fase nacional. Asimismo, por razones lógicas, hemos adecuado las fechas y los plazos de la Olimpiada riojana a aquélla. Esperamos, por tanto, que este blog sirva de información y de estímulo también para aquellos profesores de filosofía que quieran participar en esta actividad que seguro resultará muy estimulante. Por último, queremos agradecer tanto a la Consejería de Educación, Cultura y Turismo como a la Universidad de la Rioja por su apoyo y colaboración en la organización y realización de la Olimpiada.



David Porcel

martes, 2 de septiembre de 2014

Un sueño filosófico

Buscando el aula donde recibiría mis clases, me encuentro sentado bajo un árbol a un sabio profesor que me para y pregunta:

- Joven, ¿qué es lo que le inquieta?

- He llegado a la conclusión de que no hay hombre para el que el Universo no sea demasiado.

- En eso lleva razón.

- Desde los comienzos hemos tratado de apresarlo, y por eso no topamos más que con el fracaso de nuestras construcciones. Habría, más bien, que dejarlo en paz, porque ante la bestia no tenemos más que telas de araña.

Tras unos instantes de reflexión, el maestro asintió:

- De vez en cuando, conviene asomarse al abismo.


Sueño de la Noche del 1 de Septiembre

martes, 8 de julio de 2014

¿Dónde parará el canto?


Todavía me recuerdo de adolescente  (uno es adolescente hasta que ya no siente alegría por cumplir años) cuando mi padre me dejó leer un cuento de Borges que citaba a un filósofo inglés llamado Berkeley. Esa lectura, junto a otra del cuaderno azul de Wittgenstein, conformaron uno de los centros de mi ocupación vital, que, naturalmente, en aquellas edades de desenfreno y sobresalto, no llego a gravitar aunque sí a dejar la huella suficiente. Ya advirtió Einstein que uno no se ocupa en la vida de aquello que en el momento presente le interesa, sino de lo que una vez le sobrecogió, como un rayo en la tormenta, un oasis en el desierto o el final de una pesadilla. Eso es la intuición filosófica: un sobresalto, una ruptura en la continuidad vital, un momento de tal lucidez que todo lo demás adquiere de pronto un matiz grisáceo, secundario, superfluo. Sobre esa intuición que una vez me sobresaltó gira este poema que ahora, algunos años después, me regala mi padre:

 
PASADO MAÑANA ENCONTRARÉ EN UN ANAQUEL OLVIDADO A WALT WHITMAN Y LE SACUDIRÉ EL POLVO EN LA TERRAZA DE MI CASA
                                                                                                                            Para Asun, mi mujer

 

 

El pájaro que picotea un punto y otro sin parase en ninguno intermedio.

Así  que son dos, al menos, los pájaros. El pájaro.

 

Desde mi mirada, un lugar donde soy blanco del poniente, observo a los pájaros.

 

Cantan al unísono, en un tiempo distinto

y suena un solo piar.

 

Estoy ciego a la multitud de las cosas,

y a la  vez ciego a su unidad.

 

Todavía no he visto nada,

 más que la dispersión del vuelo y el instante desdoblado del picoteo.

 

Y sólo escuché la memoria del canto.

 

¿Dónde parará el canto?

 

No sabía yo que el poniente necesitara ser visto.

 

Soy otros.

Entre un punto y otro de mi boca no hay nada, sino los otros.

 

¿Callarán?

Y, si no, ¿quién podrá entenderlos?

 

Alguien me verá donde nunca estuve.

Ay de mí si aquél ya fuera ciego.

 

Vivir sin otros ojos en los puntos a donde no ha llegado todavía la materia.

¿Vivir?

 

Ser uno y tantos que descansa en el camino que nadie anduvo

ni aun yo, que sólo aspira.



                                                           Miguel Porcel

 

                                                                                            Junio, 2014

domingo, 6 de julio de 2014

Conocimiento mutilado

El problema no es la creciente disponibilidad de nuevas fuentes de información, sino que todo se reduce a información. Hay quienes todavía creen que la teoría platónica de las ideas o la fenomenología del espíritu de Hegel pueden ser conocidas rastreando aquí y allá en Google. En efecto, desde la creencia de que todo es información, Internet se descubre como la pantalla hacia la verdad y el trasmundo de las ideas. Sin embargo, más bien, conocer consiste, primera y fundamentalmente, en olvidar y deshacer lo acumulado. Hay que dejar de rastrear Google para salir de la caverna y ejercitarse en la tarea de renunciar al dato.

El mundo demanda darnos por enterados: infinidad de whatsapps, mensajes, correos electrónicos, noticias, demandan de nosotros una atención y una preocupación constantes hacia este tipo de alertas que acaban convirtiéndose en verdaderas adherencias limitadoras de pensamiento y acción. El conocimiento pasa por renunciar a todo ello y ejercitarse en la tarea de la búsqueda y la comprensión, para la cual no existen autopistas de la información y, salvo en raras ocasiones, no encontramos apoyo en comunidades o foros. El conocimiento es un ejercicio que se ejercita a solas, o si se quiere, sólo en compañía de un otro que dona conocimiento a cambio de un esfuerzo continuado de búsqueda y comprensión.

El dolor es el tributo que debemos de pagar para recibir verdadero conocimiento. Las ideas se paren, por eso el dolor es el síntoma inequívoco de haber dado a luz a ellas, sin anestésicos que lo mitiguen o comadronas que nos asistan.

miércoles, 2 de julio de 2014

Primero fue lo inútil

El origen de lo útil es lo inútil, es decir, lo que está de más, lo sobrante o excedente. Los propios utensilios son una manifestación de ese excedente energético del que gozaba el hombre primitivo. Éste se vio ante la necesidad de encauzar aquella energía rebosante hacia todo tipo de fines imaginables, de orientarla hacia algún propósito antes de que explotara en sus narices. Esto explica que el trabajo mecanizado, contra lo que pueda parecer, tanto deba al juego y a la ceremonia, al erotismo y a la fantasía. Y es que la exactitud ritual en las ceremonias precedió con mucho a la exactitud mecánica en el trabajo, y la división rigurosa del trabajo llegó primero a través de la especialización en los oficios ceremoniales.

Gracias a un cerebro extremadamente desarrollado e incesantemente activo, el hombre disponía de más energía mental utilizable de la que necesitaba para sobrevivir a un nivel puramente animal; y, de acuerdo con esto, tenía la necesidad de canalizar esa energía, no sólo en la obtención de alimento y en la reproducción, sino en formas de vida que transformaban esta energía de manera más directa y constructiva en formas propiamente culturales, esto es, simbólicas. ("La técnica y la naturaleza del hombre", Lewis Mumford en Filosofía y tecnología)


¿Y qué son el utilitarismo, el positivismo o el mercantilismo, que tanto preconizan en nuestros días el valor de lo Útil, más que otra manifestación de esa energía sobrante?

sábado, 7 de junio de 2014

La verdadera naturaleza gusta de ocultarse

Para mi hermano, otro maestro:

Dice Heráclito que la guerra es el padre de todas las cosas: a los unos los designa como dioses, a los otros, como hombres; a los unos los hace esclavos, a los otros, libres. En otro sentido, la guerra, más que discernir, enseña. No en el sentido convencional, como aquel entramado de instituciones, normas y fuerzas que pretenden disciplinar y ordenar aquello que, de suyo, no se deja subordinar ni convertir.

La guerra enseña, pero no dirigiéndose al hombre abstracto -sea éste alumno, médico o general-, sino al concreto, al de carne y hueso, forjado por aquella amalgama de pasiones y miedos en que la carne humana consiste. 

La guerra enseña a cada cuál quién es: le revela sus miedos y deseos más profundos, aquello que el yo había soterrado por serle insoportable.


La guerra ejerce tal presión a la naturaleza que ésta acaba haciéndose visible. Ella media entre la naturaleza y la historia, de manera que, por primera vez en mucho tiempo, comienza la diferenciación: descubre al miserable su miseria, al valiente su grandeza, al ambicioso sus medallas de cartón piedra.

La guerra es la escuela que alcanza a todos porque no renuncia a enseñar al débil ni se conforta con engrandecer al fuerte. Obra, digámoslo así, fuera de los rieles por los que circula el artificio y el poder.

Una descripción fenomenológica de Senderos de gloria (1957)

lunes, 19 de mayo de 2014

El ciclismo como vivencia interior

Por hoy ya hemos inscrito de sobra nuestros nombres en las páginas de la historia. Nos largamos hacia el río Perfume para pasar allí la noche. 

Mi cabeza vuelve a estar ocupada con los sueños eróticos, pensando en el sucio chumino de la chavala y fantaseando con volver a casa para follar todo el día.

Estoy tan feliz de seguir vivo. De una pieza y a punto. Este mundo es una puta mierda, sí, pero estoy vivo y no tengo miedo.

Final de La chaqueta metálica (Stanley Kubrick)

lunes, 12 de mayo de 2014

Deseo sin objeto (el caso de Woody Grant)

La sociedad a veces puede ser nuestra peor enemiga. Puede, incluso, aprisionar nuestro ser hasta casi ahogarlo, destruirlo definitivamente. La indignación comienza en el momento en que hablan, piensan, deciden, incluso sienten por ti. El otro no deja lugar para expresarte, para manifestarte. Es lo que le ocurre a Woody Grant de Nebraska (2013), un anciano al que ya nada le queda por hacer salvo "comprarse una furgoneta  nueva, un compresor de aire y dejar algo a sus hijos." Woody vive tranquilo, en paz, nada le falta, y sin embargo no desea más que salir de su casa (y de su mujer) en busca de un premio millonario del que todo el mundo le dice que es un timo, una mentira. Woody siempre ha sabido que lo es, pero a pesar de ello, se afana en conseguirlo. Sabedor de que no hay objeto de deseo, posibilidad de satisfacción, se afana en secundarlo; y es que lo importante para él, aquello que le puede devolver su identidad, no es perseguir metas realizables (como los demás pretenden), sino secundar sus deseos, por irrealizables que sean. Al final, al volante de su furgoneta, el anciano recobra su identidad, ese ser que, a fuerza de ser oprimido por sus seres más cercanos, se le estaba yendo de las manos. Ahora los demás ya saben quién es Woody Grant.

sábado, 10 de mayo de 2014

El sueño de Kleist

Se dice que somos seres sociales porque necesitamos de la sociedad para vivir y sobrevivir. ¿Acaso alguien puede ser médico, maestro, sastre, zapatero..... de sí mismo? De hecho, modelos políticos pujantes de la antigüedad como la República o la democracia, en un principio, se plantearon como respuesta al problema de cómo organizarse ante la incapacidad de vivir como células independientes. Sin embargo, en un sentido más profundo, somos seres sociales en la medida que, lo mismo que las abejas, hormigas e infinidad de especies, no podemos vivir de otro modo. De alguna forma, estamos constituidos para tener que contar con el otro y establecer con éste relaciones amistosas o enemigas. No sólo vivimos en sociedad, sino que somos sociedad, y por ello nos resulta, si no imposible, muy difícil vivir prescindiendo de ésta (quizá, uno de los ejemplos más logrados de ello sea el del monje budista que ha conseguido petrificar sus pasiones y deseos) 

Una de las pasiones que obra con más fuerza en el ser humano y nos liga a la sociedad de un modo radical es la ambición. La ambición es la pasión por la cual queremos ocupar un lugar en el mundo, en el tiempo. Es la pasión con la que pretendemos combatir el olvido y la disolución del yo. Es, quizá, la única medicina que nos alivia del nihilismo. Que el hombre sea un ser ambicioso se traduce en el establecimiento de relaciones de poder, jerarquías sociales e instituciones políticas. La ambición nos sitúa entre otros, pero también nos abre al otro de una forma tan radical que acabamos definiéndonos por nuestra relación con éste.
Sin embargo, hay quienes no soportan la sociedad. Se trata de personas solitarias, que prefieren el retiro a vivir con los demás, de ahí que su esfuerzo no lo pongan tanto en encontrar los medios para saciar su ambición como en tratar de desprenderse de ésta:

Kleist busca una actividad pausada que lo proteja de la complicada y carente de sentido cadena de acciones de la sociedad. Su idea, de inspiración rousseauniana, consiste en instalarse en Suiza y vivir como un campesino: Labrar el campo, plantar un árbol, criar un hijo.

Su sueño: encerrarse en un lugar cercano y formar parte allí del curso de la naturaleza, dejar simplemente que prospere la naturaleza exterior e interior. He aquí la ilusión del retorno a la coherencia del fenómeno de la vida en su estadio precultural, un sueño que persigue recuperar la inmediatez perdida. Para hacerlo realidad ha de alejarse de todo aquello que pueda llegar a despertarlo. Pero no lo logra: la ambición de prestigio social lo hace salir de ese sueño. Kleist había querido desprenderse de una ambición que lo ligaba al mundo exterior de la sociedad. Poco antes de su llegada a Suiza escribía a su prometida:

La despiadada ambición es el veneno de toda dicha. Por eso quiero cortar con todas las relaciones que me impulsan a sentir envidia y a competir. Pues sólo en el mundo es doloroso no ser gran cosa, fuera de él no. (en Rüdiger Safranski, ¿Cuánta verdad necesita el hombre?)

viernes, 2 de mayo de 2014

La revista Fedro cumple diez años


La revista de Estética y Teoría de las artes cumple con su número 13 diez años. La estética de la arquitectura, la técnica y la teoría artística de Deleuze son los temas principales de este volumen, que viene acompañado por una ilustración del novelista gráfico Antonio Hitos.




  • Construir, habitar, proyectar. Claves para una idea romántica de arquitecturaJavier Hernández-Pacheco
  • El lugar en el espacio. Fenomenología y ArquitecturaLuis Álvarez Falcón
  • La digitalización del cuerpo en los smartphonesAlejandro Lozano Muñoz
  • Retorno a la poiesis como camino y apertura ante el dominio de la técnicaDavid Porcel Dieste
  • La cosa en su presencia. Gilles Deleuze y la pinturaAntonio Castilla Cerezo
  • Arte y pensamiento en Gilles Deleuze. Una experiencia lúdico-estética más allá de la interpretación,Santiago Diaz
  • Reseñas

jueves, 24 de abril de 2014

Próximo café filosófico con Safranski



                              ¿CUÁNTA VERDAD NECESITA EL HOMBRE?, de Rüdiger Safranski



Os dejamos aquí algunos enlaces de interés:

"Aspirar directamente a la felicidad es de bobos"

¿Cuánta verdad necesita el hombre?

Contra las grandes verdades


ACORDAOS QUE EL ENCUENTRO SERÁ EL ÚLTIMO MIÉRCOLES DE MAYO EN EL CAFÉ PARLAMENTO (PARTE DE ARRIBA) A LAS SEIS DE LA TARDE, Y QUE HAY YA SIETE EJEMPLARES PEDIDOS EN CASTROVIEJO

domingo, 13 de abril de 2014

El derecho a ser escuchado

Una entrada reciente del filósofo Fernando Broncano me ha hecho pensar en la importancia de la atención no sólo para la vida pública, sino también privada, íntima. Quién no ha tenido alguna vez la sensación de no ser escuchado en conversaciones con colegas, compañeros de trabajo, superiores, incluso con familiares o amigos. Hay muchísimos motivos para no escuchar, aunque ninguno justificable: el cansancio, el desinterés, la prisa por hablar, cierta incapacitación para la atención, el pasotismo, una actitud displicente hacia el otro, el dogmatismo, el autoritarismo.... El tema no es baladí, pues creo que la atención es el fundamento de cualquier relación. Es decir: no hay relación si los dos no (se) escuchan. Y es que una relación -ya sea de amistad, de colaboración, de odio, deliberativa....- no puede llegar a establecerse si no existe, por parte de los dos interlocutores, un esfuerzo atencional. Por ello, quizá una de las mayores faltas de respeto sea no escuchar al otro. Quien no sabe escuchar, tampoco puede compartir. Así, si existieran mecanismos para detectar el grado de atención de las personas cabría pensar en introducir en  la Declaración de Derechos el "derecho a ser escuchado", condenando gravemente su incumplimiento pues éste conllevaría ipso facto la imposibilidad de respetar otros derechos fundamentales para la vida pública, como considerar al otro como un igual, atender a las demandas razonadas de los demás, no interrumpir al otro en el acto deliberativo....

viernes, 4 de abril de 2014

Café filosófico con Byung-Chul Han

El pasado miércoles 26 de marzo tuvo lugar el segundo encuentro de nuestro recién fundado Café filosófico. La sesión giró en torno a las tesis que el joven filósofo coreano Byung-Chul Han esboza en su reciente libro La sociedad del cansancio (2012) Las intervenciones de los que allí estábamos se centraron en destacar aspectos valorables de la obra de Byung-Chul Han por su cualidad de arrojar luz sobre una sociedad que, sumida en el agotamiento y el dopaje, necesita urgentemente de un diagnóstico. Sin embargo, tampoco faltaron voces críticas respecto a su propuesta final del cansancio como condición posibilitante del encuentro con el otro.




La mayoría convino con el autor en que el exceso de información y de (auto)rendimiento -visible además en el mundo del adolescente- lleva a un estado de estrés y aturdimiento que estrecha el lugar para la lucidez y la creatividad. Como se dijo, este aparente progresismo tecnológico, que parece pretender convencernos de que en todo y para todo hay que hacer uso de los dispositivos tecnológicos -para comer, vestirse, enseñar, relacionarse....-, en ocasiones no constituye más que la ocasión perfecta para huir de nosotros mismos y de los demás. Es el horror al vacío, el temor a reconocer nuestra condición de seres arrojados, necesitados, lo que nos impulsa a aferrarnos a las promesas de felicidad y seguridad que irradian de la sociedad del bienestar. Vivimos -como dice Ortega- alterados. Más bien, es nuestra manera de estar en el mundo lo que propicia la alteración y vuelve prescindible el recogimiento. Cierta actitud sosegante -como se dijo- debe ser el presupuesto para la reflexión y la contemplación: "Solo la profunda atención impide la versatilidad de los ojos y origina el recogimiento que es capaz de cruzar las manos errantes de la naturaleza. Sin este recogimiento contemplativo, la mirada vaga inquieta y no lleva nada a expresión." (pp. 38)


Una pregunta clave que se planteó es si la educación puede reconducir a nuestros adolescentes y librarles de este aturdimiento que propicia esta sobredosis de información que recibimos diariamente. La pregunta no es baladí, pues debemos ser conscientes que nosotros -profesores y educadores-, querámoslo o no, estamos también inmersos en la sociedad del cansancio y, por ello, seguramente contagiados del virus de la (sobre)información y de la (hiper)atención. Algunos de los presentes todavía confiamos en la libertad como presupuesto para (re)crear nuevas circunstancias posibilitadoras de experiencias y encuentros con lo otro; otros, en cambio, veían con desesperanza un futuro que vislumbra el triunfo del homo videns sobre la vida teorética. En cualquier caso, la mayoría convino en afirmar la importancia de la narración y de la historia como maneras de hacer transparente una interioridad casi siempre soterrada deliberadamente o encubierta por aquellos estados de somnolencia y aturdimiento a los que tan acostumbrados estamos.

Recientemente se han traducido otros títulos del autor:

La sociedad de la transparencia

La agonía de Eros

Café filosófico con Nuccio Ordine

Ayer nos encontramos por primera vez en el Café filosófico, y la verdad es que resultó muy gratificante compartir nuestra experiencia como lectores de esta magnífica obra La utilidad de lo inútil de Nuccio Ordine. La idea es crear un espacio de encuentro abierto a todo tipo de público para compartir ideas e inquietudes con ocasión de una lectura mensual que uno de los tertulianos proponga. Así fue como entre pinta y pinta (y algunos entre médico y médico) debatimos sobre cuestiones relacionadas con la democratización de la cultura, el lugar de la cultura en nuestra sociedad, la naturaleza de lo superfluo en su relación con la cultura y el juego, o la presunción (para algunos injustificada) de que la cultura humaniza y dignifica al ser humano.



Creo que el fondo del libro de Ordine se encuentra en el libro mismo, quiero decir, en el hecho de que haya tenido que ser necesario escribirlo y darlo a conocer, porque, señores, pregúntense: ¿no resulta claro y evidente que el conocimiento mismo, movido por esa extraña pasión que es la curiosidad, es un bien en sí mismo, capaz de entusiasmarnos y de ampliar nuestras horizontes,.... y que todo cuanto somos y hacemos se lo debemos al conocimiento?...Pues bien, lo mismo que en su día alguien tuvo que poner por escrito que "todos los seres humanos merecemos vivir", porque para muchos no resultaba tan claro, hoy en día, ante la amenaza incesante de la anticultura, alguien ha tenido que plasmar que "el conocimiento es la mayor de las (in)utilidades." Confiemos, eso sí, que siga habiendo un lugar para libros y encuentros como estos.

El libro propuesto para el próximo Café filosófico es La sociedad del cansancio, del filósofo coreano Byung-Chul Han, editado en Herder

jueves, 20 de marzo de 2014

Deseo de no ser

Una de las concepciones antropológicas que más peso ha tenido en nuestra tradición se basa en la idea de que somos proyecto, futurición. De alguna forma, la vida es promesa, expectativa, deseo de ser lo que todavía no somos, de forma que nuestro grado de autenticidad se mide por el grado de aproximación respecto de aquel ideal. Un ejemplo magistral que echa por tierra esta concepción es el diálogo que mantienen Tom Cruse y Nicole Kidman en Eyes wide shut. La historia avanza con el relato de Alice, que tiene un carácter testimonial:

¿Te acuerdas del último verano en Cape Cod?, ¿te acuerdas que había un joven oficial de la marina muy cerca de nosotros? (....)

Al pasar junto a mí me miró una mirada. Nada más. Pero apenas pude moverme. Aquella tarde Elena fue al cine con su amiga y tú y yo hicimos el amor, y también hicimos planes sobre el futuro y hablamos sobre Elena. Y en ningún momento se me fue de la cabeza. Y pensé que si él me deseaba, aunque solo fuera por una noche, estaría dispuesta a dejarlo todo: a ti, a Elena, todo mi jodido futuro, todo.

Y era extraño porque, al mismo tiempo, te quería más que nunca y en aquel momento mi amor por ti era a la vez tierno y triste.

A la mañana siguiente me desperté llena de pánico. No sabía si tenía miedo de que se hubiera ido o de que aún estuviera allí. Entonces, comprendí que se había marchado y sentí un gran alivio.

No es la expectativa o la promesa de un futuro mejor lo que mueve el deseo de Alice hacia el joven oficial, que sin embargo está dispuesta a dejarlo todo por acostarse con él. El deseo de Alice no es el deseo de quien anhela ser, sino justamente lo contrario. Podría decirse que, mientras está dispuesta a sacrificar su yo (como proyecto), ella no desea ser más Alice; y es que de repente ha comprendido que no es quien creía ser, que aquello que más amaba (su familia, su porvenir) ahora resulta ser una ilusión, una mera promesa vacía de concreción y realidad.

La estimación no mueve el deseo, que sin embargo exige, llegado el caso, la renuncia a todo lo estimable y valorable. Y es que el deseo tiene algo de homicida, o mejor, de suicida, porque precisamente su consumación arrastra la aniquilación del yo, entendido como porvenir y proyecto. No, la vida no sólo es proyecto, sino también y sobre todo, pulsión y vértigo a no ser.

lunes, 10 de febrero de 2014

La extraña condición humana

La técnica cumple sobradamente la función de asegurar la supervivencia, de ahí que toda acción suponga un excedente.

Se dice que un martillo sirve para algo, pero sólo en cuanto que es considerado como una herramienta que entra en relación con todo un sistema de utensilios y sirve a un conjunto de tareas que llamamos útiles. ¿Pero qué aporta la casa del perro que hemos construido a base de martillazos? Cobijo y..... nada más.

La utilidad no es más que una determinada forma de relacionarse con las cosas.

La verdad está de más respecto a la necesidad de vivir; el sueño, respecto a la necesidad de descanso.

El hombre está condenado a inutilizar la naturaleza.

Necesitamos de lo inútil para no suicidarnos.

La nada sólo espanta a quien busca el sentido.

sábado, 8 de febrero de 2014

SOFIRA...que reivindica el pensamiento crítico de los alumnos

Para los alumnos que demandan más conocimiento....


                                    ...y para los que todavía seguimos siendo alumnos.




David Porcel: Presidente de SOFIRA

sábado, 25 de enero de 2014

La ciudad maldita

Aquella ciudad se había tragado el futuro. En ella lo novedoso no tenía lugar y las reposiciones en las tiendas sólo se hacían para mantener la rutina. La ciudad se revestía de luces, despilfarro y un griterío sordo que apenas dejaba escuchar los pensamientos que aún podían emerger del interior. No había calendarios ni adivinos, porque según decía un letrero: "aquí hallarás todo lo que necesites"

Mi acompañante buscaba afanosa un extraño amuleto que hacía presagiar la posibilidad de retornar a tiempos pretéritos. 

De repente, nos encontramos subiendo por un sendero escarpado que nos conduce a una niebla que parece no ocultar Nada. Tengo miedo porque nos encontramos solos, como siempre cogidos de la mano, pero solos. Unas escaleras mecánicas nos hacen descender desde lo alto de la montaña que fragmenta dos mundos separados en el tiempo. La niebla es tan densa que por un momento me abrazo a ella.

Pasa un instante y comienza a hacerse visible una playa con las olas golpeando y algunos niños danzando a su alrededor. 

Sueño de la Noche del 25 de Enero

martes, 7 de enero de 2014

Ojos que miran y no miran

La obra póstuma de Stanley Kubrick Eyes wide shut (1999) -basada en el relato Eine Traumnovelle de Arthur Schnitzler (Relato soñado)- acaba con el reconocimiento de que no somos completamente dueños de nuestra vida, pero tampoco totalmente siervos de lo inconsciente. Por eso, como al final comprende Alice, la realidad de una noche, por no hablar de la de toda una vida, nunca será la verdad completa. La verdad completa integra ámbitos del ser inconciliables, irrenunciables, que se constituyen en dialéctica oposición: vigilia y sueño, día y noche, propósito y deseo, conformando una unidad que va más allá de la mera suma de contrarios. Cada uno de estos ámbitos ocupa su lugar, el uno frente al otro, de ahí que Alice, que ha sabido mirar desde ambos puntos de vista, acabe perdonando a su marido tras escuchar su relato final. El perdón de Alice se convierte en el reconocimiento del deber de perdonar. La película es, en este sentido, una obra ética.

La historia comienza con el relato de Alice, que tiene un carácter testimonial:

¿Te acuerdas del último verano en Cape Cod?, ¿te acuerdas que había un joven oficial de la marina muy cerca de nosotros? (....)

Al pasar junto a mí me miró una mirada. Nada más. Pero apenas pude moverme. Aquella tarde Elena fue al cine con su amiga y tú y yo hicimos el amor, y también hicimos planes sobre el futuro y hablamos sobre Elena. Y en ningún momento se me fue de la cabeza. Y pensé que si él me deseaba, aunque solo fuera por una noche, estaría dispuesta a dejarlo todo: a ti, a Elena, todo mi jodido futuro, todo. Y era extraño porque, al mismo tiempo, te quería más que nunca y en aquel momento mi amor por ti era a la vez tierno y triste.

El dolor de Alice es el dolor de quien descubre que su vida -atenta, vigilante- es una mentira, una ilusión, y no porque no haya sido fiel a sus propósitos, sino porque su abismática atracción hacia el joven oficial dice más de ella misma que toda su vida entera. Su marido es la víctima y ella el testimonio. En efecto, desde el ámbito del deseo, de lo inconsciente, ella testimonia la naturaleza ilusoria de lo que hasta ahora -su vida, su marido, su hija- había considerado lo más importante. A la luz de la Noche, todo lo demás, incluido aquello por lo que más había luchado, se revela ahora insignificante, falto de valor, una mera ilusión. 

Pero enseguida despierta descubre la naturaleza inconclusa, vacía, del deseo. La conciencia le revela ahora que el deseo carece de objeto, de posibilidad de término: A la mañana siguiente me desperté llena de pánico. No sabía si tenía miedo de que se hubiera ido o de que aún estuviera allí. Entonces, comprendí que se había marchado y sentí un gran alivio. También su marido fracasa en la aventura experiencial que le aproxima a lo más profundo de lo inconsciente. El deseo es nuevamente frustrado, interrumpido, por múltiples avisos y resistencias, cada vez más poderosos conforme aquél se intensifica. Su condición de intruso en el castillo es la resistencia final, ineludible, contra la que ya no puede avanzar más. Al día siguiente, postrado ante el cuerpo inerte de la prostituta anónima, como lo hiciera Alice en el pasado, comprende que ya no puede satisfacer su deseo. Demasiado tarde, demasiado despierto.

Finalmente, sabedores de que la verdad abarca más que la sola Noche, acaban perdonándose:

Ella cogió la cabeza de él entre sus manos y la apoyó cariñosamente contra su pecho.

- Pero ahora estamos despiertos -dijo- para mucho tiempo (...)


Permanecieron así en silencio, dormitando los dos un poco y próximos entre sí, sin soñar... hasta que, como todas las mañanas, llamaron a su puerta a las siete y, con los ruidos habituales de la calle, un rayo de luz victorioso a través de la rendija de la cortina y una clara risa infantil en la habitación de al lado, comenzó el nuevo día.

(final de Relato soñado, Arthur Schnitzler)