¿Por qué no dedicar en nuestros centros escolares un día a la Violencia? Contra ella, pero un Día. Es que se habla de la violencia de género, que está muy bien, de la violencia por el maltrato animal, que está ocurriendo, de la que atenta contra bienes públicos, que también está creciendo, pero apenas se dice nada de la violencia a secas, sin aditivos ni mezclas. Ahí, ella, desnuda, no acompañada ni adjetivada, despojada de atributos como el de machista, física, verbal, económica o cultural, y de agencias como la disrupción, la ira o el salvajismo.
¿Será que no existe y me la estoy inventando?
¿Pero no es la misma la violencia que atenta contra la mujer que la que daña
inmuebles, árboles, jardines y cuanto precisa del cuidado y atención de quienes
nos empeñamos en hacer de nuestro centro un lugar más acogedor? ¿Y no es la misma la violencia
que hay detrás de actitudes adolescentes como el bullying
que la que podemos sufrir como profesores de la indiferencia del compañero de trabajo o
de los alumnos incapaces de hacer fluir la explicación? ¿O no es la misma la
violencia que sufrimos cuando somos invadidos que la que podemos ejercer como invasores? ¿O la que se desprende de la acción como la que lo hace de la inacción? ¿Verdaderamente no tiene la violencia suficiente sustancia como para que no le podamos dedicar aunque sea sólo un día? A pensarla, tratarla, condenarla, combatirla, pactar con ella. Pero un Día.
¿Por
qué no un Día escolar contra la Violencia? A secas, sin aditivos ni mezclas, y
abriendo paso a la pluralidad de miradas.