Por falta de sosiego, nuestra civilización desemboca en una nueva barbarie. En ninguna época, se han cotizado más los activos, es decir, los desasosegados. Cuéntase, por tanto, entre las correcciones necesarias que deben hacérsele al carácter de la humanidad el fortalecimiento en amplia medida del elemento contemplativo (Friedrich Nietzsche, Humano, demasiado humano)
Los desasosegados viven perpetuamente conectados, dentro y fuera de su intimidad. Se comportan como insectos ante paneles de luz, atónitos, nerviosos, alterados, y entonces van perdiendo, sin darse cuenta, esa atención duradera y profunda que es menester para el recogimiento. Sólo una vitalidad rebosante, una necesidad de llenar y vaciarse, puede salvar a la civilización del desasosiego.
Pueblo abandonado de Lascort