miércoles, 8 de abril de 2020

Fuera de las jaulas

Un encierro tampoco es un absoluto. No puede decirse que estemos encerrados absolutamente, y no porque no podamos salir de nuestras jaulas sino porque las jaulas no son realidades en sí, absolutas. El caso es que somos nosotros quienes nos encerramos, y por lo mismo que el entramado de responsabilidades, derechos y deberes necesita para su mantenimiento de un cuidado y un mantenimiento constantes, también nuestras jaulas precisan de ese esfuerzo colectivo por enjaularnos. El encerramiento precisa de una autorización cuando menos mayoritaria y cuenta con que, desde la primera hasta la última, dicha autorización es contingente. Es decir, lo que nos encierra no es, como se escucha, el Mal en forma de enfermedad, las trampas del destino, o tramados conspiranoicos. Somos nosotros quienes lo hacemos. Pero es, precisamente, este hecho lo que, ipso facto, nos convierte en sujetos éticos. En tanto que sujetos éticos, dotados de razón y libertad, la pregunta que habría de sernos planteada no es tanto por qué estamos encerrados o a qué se debe que lo estemos, más propia de bestias enjauladas, sino por qué nos autorizamos a encerrarnos. De que nos hagamos esta pregunta dependerá que nos elevemos o no a la humanitas.

                                 José Antonio Porcel. Caminando