El pasado fin de semana se repitió la fiesta filosófica a la que año tras año nos tiene acostumbrada la Olimpiada filosófica de España, en la que todos compiten pero nadie pierde. En esta ocasión fueron los compañeros extremeños los que acogieron a los más de novena alumnos y treinta profesores procedentes de cada comunidad autónoma. Nuestros alumnos aragoneses, junto a los coordinadores, profesores y padres acompañantes, pudieron disfrutar de todo un encuentro compartido de experiencias y conocimientos, que no hace sino evidenciar la importancia de la organización de este tipo de eventos para la sociedad y la filosofía. Volviendo la vista atrás, cuesta creer que todo comenzó en un simple anhelo. Un anhelo de ilusión, de cambio, de revolución, que ahora aúna a muchos hacia una utopía común.
A nuestra llegada el viernes, los profesores organizadores extremeños nos acogieron en el IES Brocense de Cáceres, donde los alumnos de Disertación y Dilema realizaron una serie de pruebas que pusieron en juego su buen hacer argumentativo y capacidad reflexiva. Tras la debida merienda para reponer fuerzas, comenzamos la visita guiada por la parte antigua de la ciudad extremeña.
El sábado por la mañana, tras escuchar las defensas de nuestros alumnos en el salón de actos del IES Santa Eulalia de Mérida, todas muy apasionadas y reñidas, recibíamos la alegría de que una de nuestras alumnas, Estela Bescós, del IES Medina Albaida, había obtenido el segundo premio por la modalidad de Dilema. Además, el alumno Rodrigo Gimeno, del Colegio Marianistas, con su vídeo Primavera, y la alumna Olga Cortés, de la Escuela de Arte de Teruel, con su trabajo fotográfico ¿1984 o 2018?, se clasificaron entre los diez primeros de España. Estos resultados, así como la buena participación del resto de alumnos aragoneses, a buen seguro, no hubieran podido lograrse sin el cuidado y dedicación preparatoria de sus profesores acompañantes.
Ahora, tras retomar el tren del cada día, ya vemos con cierta nostalgia aquellos días dorados cuando el conocimiento respondía a la sola llamada del deseo.
Un abrazo,
David Porcel
Un abrazo,
David Porcel