Releyendo las infinitas muestras de cariño y
consideración de mis alumnos tutorados de este curso, hoy destaco esta que
expresa lo que, creo, es la esencia de la enseñanza como profesión.
Es verdad: ser profesor significa algo más que abrir un libro para concluir tu clase, y algo más que examinar a quienes tienes en frente para cerciorarte de que han adquirido algunos conceptos que se supone fundamentales. Se es profesor mientras en los recreos se conversa con un alumno, escuchándolo, haciendo lo posible para que se deje aconsejar; o mientras en el paseo de la mañana uno repasa las últimas notas a pie de página para expresar esa idea que había quedado demasiado sesuda; o cuando en sueños uno imagina mundos mágicos donde confluyen el amor y el conocimiento; o prepara concienzudamente decretos y documentos para evitar desvaríos en reuniones, o se esmera en qué decir a esa madre preocupada porque sabe que sus palabras aliviarán su fin de semana. Y se es profesor siendo eterno aprendiz, volviendo a tu libro de mesilla cada noche y a las palabras de aquel sabio profesor que todavía resuenan en ti.
GRACIAS