¿Cuándo
nos conocimos? No lo sé. O sí lo sé. En realidad, nadie lo puede saber. Fue un
trece de junio, sí, ¿pero qué importa si siempre nos conocimos? Incluso antes
de las cenizas. El caso es que nadie habló de mí hasta que llegaste tú. Y de
pronto mi mano se llenó de sentido, y comprendí que el universo se había
concentrado en los dos. Porque a veces, y eso me susurran los ángeles cuando
duermo, se abre la luz a nosotros y ya solo sabemos recibir.
¿O no recuerdas cuando sentados en el último banco nos leíamos poemas? El uno al otro, siempre hacia el otro. Y de la mano, nos cogíamos como queriendo que la madera venciera al tiempo.
Feliz aniversario