Una ilusión tremenda la de recibir el nacimiento de mi hijo de papel. Desde aquí ya se puede adquirir. Vamos a ver si lo hacemos andar. Un abrazo enorme, y también por aquí anunciaré reseñas, presentaciones y cuanto venga.
Gracias.
Una ilusión tremenda la de recibir el nacimiento de mi hijo de papel. Desde aquí ya se puede adquirir. Vamos a ver si lo hacemos andar. Un abrazo enorme, y también por aquí anunciaré reseñas, presentaciones y cuanto venga.
Gracias.
Una alegría muy
grande la de dar a luz junto a vosotros este segundo libro que titulo El
regreso a los otros. Un ensayo sobre la indigencia humana (ed. Mira
Editores) Dedicado a una persona que nos dejó demasiado pronto,
prologado por amigo y maestro, la historia es la historia de los
caídos, de los desterrados, náufragos, desamparados, que hicieron del otro
hogar y refugio. Una incursión hacia los confines del sufrimiento humano. Una
aventura desde principio a fin. Ahora que todavía hay mundo. Juntos.
En dos semanas disponible en librerías, y desde la página web de la editorial.
Os iré informando de reseñas, presentaciones y demás.
La Bella durmiente siempre me pareció un cuento inquietante. Quien evoque el relato de los hermanos Grimm verá al rey quemar todos los husos del reino, pero sin que su determinación logre esconder a los ojos de la hada maliciosa, ni de la niña, ese cuartito oscuro olvidado: "Sucedió que en el día en el que cumplía precisamente quince años, los reyes no estaban en casa y la muchacha se quedó sola en palacio. Entonces, escudriñó todos los rincones, miró todas las habitaciones y cámaras que quiso y llegó a una vieja torre. Subió la estrecha escalera de caracol y llegó ante una pequeña puerta. En la cerradura había una llave oxidada, y cuando le dio la vuelta, la puerta se abrió y en el pequeño cuartito estaba sentada una vieja con un huso que hilaba hacendosamente su lino.”
Sin embargo, lo verdaderamente desconcertante
es el silencio al que los padres condenan a su hija, que no sabe nada de
maleficios, de cuartos oscuros ni de husos. La ingenuidad con la que ella
descubre a la vieja hilando revela que no había recibido ningún tipo de
prevención ni de conocimiento sobre el asunto, ocultándosele cualquier fuente de
temor, pero también condenándole a no poder elegir llegado el momento. La niña
no es responsable de desobediencia porque todavía no sabe elegir. Precisamente,
es su condición de ser curioso, su amor incivilizado a lo desconocido, lo que
condena al reino, y a ella misma, al dolor y a la inconsciencia: “-Buenos días, anciana abuelita
–dijo la hija del rey-. ¿Qué haces? –Estoy hilando –contestó la vieja meneando
la cabeza. -¿Qué cosa tan graciosa es eso que salta tan alegremente? –dijo la
muchacha, cogiendo el huso y queriendo también hilar.”