Si un gran pueblo no cree que en él solo se encuentra la verdad, si no cree que él solo está llamado a resucitar y salvar al universo por su verdad, deja inmediatamente de ser un gran pueblo para devenir una materia etnográfica. Jamás un pueblo verdaderamente grande se puede contentar con un papel secundario en la humanidad; su papel aun importante no le basta, le es necesario absolutamente ser el primero. La nación que renuncia a esa convicción, renuncia a la existencia.
F. Dostoievski, Los endemoniados