Comentando en clase de filosofía la influencia de Reglas para la dirección del espíritu del genial matemático y filósofo René Descartes en la ciencia moderna, un alumno se quejaba del malestar anímico que produce la invasión de bienestar propiciado por la ciencia aplicada y el uso de las nuevas tecnologías. A su entender el hombre contemporáneo lo que busca es sencillamente bienestar, cuidarse exclusivamente para alargar una vida que resulte placentera y vacía de preocupaciones, en definitiva, eliminar toda forma de dolor. Esta obtención de bienestar es fácil de conseguir, basta tener dinero para comprarla, y es precisamente lo que interesa a las grandes multinacionales que busquemos. Ahora bien, añadía entonces, este bienestar nos aleja de la verdadera felicidad, que no es susceptible de comprarse, no es un valor de cambio, todo lo contrario, requiere esfuerzo y una cuantía indefinida de decisiones equivocadas. La felicidad, pues, presupone dolor en muchas de sus manifestaciones.