sábado, 29 de agosto de 2020

Máscaras sin historia

¿Cómo se enamorarán nuestros adolescentes ahora que no podrán mirarse a la cara? ¿Qué podrá significar el patio de recreo si ya no habrá rincones en los que camuflarse o secretos que excavar bajo la arena? ¿A donde irá el ímpetu de los primeros anhelos y de esos corazones desbocados? ¿Y los sueños de tantos hombres y mujeres que solo en su niñez pudieron fraguar el perfil de sus caminos? ¿Cómo podremos preservar la vida desproveyéndola del combustible que todo lo anima? ¿Acaso los hermanados con las hojas de cálculo y los protocolos sin término no tuvieron también su oportunidad de hacerse hombres? ¿Acaso no se miraron a la cara y se admiraron, aunque fuera a escondidas, del misterio de las cosas? ¿Acaso no se hicieron a los otros semejantes viéndose reflejados? ¿Acaso puede fraguarse una vida sin espejo donde mirarse? ¿Acaso hay algo más valioso que un amor renaciendo del mismo volcán?


sábado, 15 de agosto de 2020

Anhelo sin historia

¿Cómo hubiera podido relatar el primer prisionero de Platón su tránsito a la luz? ¿Cómo hubiera podido advertir la promesa tras las sombras, o siquiera sentir sus manos liberadas, o a los suyos aprisionados? ¿Cómo hubiera podido asomarse al exterior sin tener constancia de las llamas ni de los soles? ¿Acaso alguien le clamó de los cielos? ¿Acaso, hallándose solo y enmohecido como las piedras, podría oír voces semejantes?



Algo muy primitivo tuvo que acontecer en el origen, quizá tanto como para no darle nombre y tan solo ser anhelado. Anhelo, sin objeto ni búsqueda. Inclinación, a pesar del dolor, y de la nada. O eso debió acontecer cuando el gran místico sufí Hallaj, muy impío él, antes de que en 922 fuese torturado y crucificado por haber declarado que él y su bienamado Dios eran uno, decidió excusarse, comparando su amor por Dios con el de la polilla por el fuego:

La polilla revolotea alrededor de la lámpara encendida hasta el amanecer, y al regresar junto a sus amigos con las alas magulladas, les habla de la cosa tan hermosa que ha encontrado; después, deseando unirse a ella por completo, a la noche siguiente vuela hacia la llama, haciéndose uno con ella. (Joseph Campbell)

martes, 4 de agosto de 2020

Clic, post, like: 9 caras de las redes que todo el mundo vive pero nadie cuenta

Esperamos reencontrarnos con la especialista en innovación social digital Liliana Arroyo Moliner, autora de Tú no eres tu selfi, y estudiantes de Filosofía, para hablar de temas de interés social relacionados con redes sociales, nuevas formas de interacción y, en general, sobre las posibilidades (o imposibilidades) que nos brinda la era digital.

Esperamos poder conversar, como siempre, gracias a la estimable colaboración que desde la Sociedad Aragonesa de Filosofía venimos realizando con el Servicio de Juventud del Ayuntamiento de Zaragoza.

lunes, 3 de agosto de 2020

Gravedades

Los días del caminante son más largos, y también sus sueños, de mayor intensidad y verdad. Basta recostarse bajo la sombra de una roca y abrir los oídos, topar con la eternidad de las piedras o sentir el peso del Sol, para que los pensamientos, como los pasos, adquieran una gravedad inusitada. El camino, como la Luna de las noches eternas, aplaca cuanto hay de diferente en las cosas, en sus historias y proyecciones, restituyendo el mundo humano por una amalgama de sensaciones que nos aproxima a la eternidad. Deja fuera, como la piedra imantada de Tales, cuanto no forma parte de sí.


Caminar es experimentar esas realidades que insisten, sin hacer ruido, humildemente -el árbol que crece entre las rocas, el pájaro que acecha, el arroyo que sigue su curso- y sin esperar nada. Caminar acalla de pronto los rumores y los lamentos, pone fin al interminable parloteo interior mediante el cual juzgamos sin cesar a los demás, nos evaluamos a nosotros mismos, recomponemos o interpretamos (Frédéric Gros, Andar. Una filosofía)

domingo, 2 de agosto de 2020

Sueños de Agosto

Una extensión ilimitada de historias, representaciones y juegos humanos esperaba a quien cruzase el mar que yacía calmo entre rocas visibles. Al otro lado los niños corrían abrazándose unos a otros y los adultos conversaban tumbados en la hierba o sobre escenarios de los más elevados teatros. La familiaridad adhería incluso las piedras de los ríos que surcaban las planicies o levantaban edificaciones, algunas solo para ser contempladas. De figuras extrañas e inalbergables, servían para que círculos de hombres y mujeres bailaran y cantaran a su alrededor. A veces, durante noches intermitentes separadas por un rayo de luz, se producían las más elevadas conversaciones sobre asuntos que a todos incumbían, como el sentido de la mirada en el cortejo o el motivo primero del juego.


Y ahí me encontraba, teniendo que franquear las rocas negras bañadas por un mar hasta el momento calmo.

Sueño de la Noche del 1 de Agosto

sábado, 1 de agosto de 2020

Reflexión de un paseante

Hay quienes todavía se empeñan en ser diferentes cuando ya no aparecen más que pálidos reflejos en rostros ensombrecidos. Comparándose a quienes les rodean buscan una definición de sí mismos que les ensalce y les provea de cualidades especiales que los demás no tienen. Temerosos a descubrir la desnudez existencial, a sentir la intemperie de la piel, se protegen bajo cascarones de yoes e imaginarios que, en muchas ocasiones, les impide ver la humanidad de las paredes, de sus ladrillos cuidadosamente ensamblados, y de sus misterios. Diríamos que somos demasiado vulnerables, o insolentes, como para habitar la oscuridad de las grutas o hacer nuestros propios ladrillos. 


Heidegger lo vio muy bien al proponer en Los conceptos fundamentales de la metafísica. Mundo, soledad, finitud, que "la piedra es sin mundo, el animal es pobre de mundo, el hombre configura el mundo." El hombre necesita de mundos como el mundo necesita de hombres. Y, sin embargo, de este empeño de diferenciación, o de especialización, nacen muchas de las disputas humanas que, en último término, no conducen sino a sobrecargar de ilusión aquellas corazas demasiado pesadas como para querer salir de ellas. Quizá, después de todo, Dios, la Humanidad, la Libertad, pero también Auschwitz, la Shoah, sean consecuencia de esta perversión de la naturaleza humana, que en su empeño de retener la vida olvida la quietud de la primera oscuridad.