Mi sensación es que los medios han dejado de ser medios y los fines han dejado de ser fines. Echemos un vistazo a cualquier centro escolar de este comienzo de curso. Las reuniones organizativas enfocadas a solventar problemas educativos van siendo desplazadas por otras encaminadas a asegurar que los profesores tienen unas mínimas destrezas para nadar ahora en las nuevas aguas de lo digital. Los problemas ya no son tan humanos porque son tecnológicos, o informáticos, o informativos, y los salvadores ya no pertenecen a ningún departamento didáctico sino a los mal llamados estratégicos. Ahora los profesores no se miden por su capacidad de hacerse comprender sino por el dominio de algún tipo de lenguaje instrumental que les aventaja en la búsqueda de trabajo sin importar su naturaleza.
Un discurso no robotizado, la inseguridad del primer día, un último consejo antes del estreno, alguien que tropieza, o que enciende su cigarro pensando qué compartirá con sus alumnos, o se detiene en las fotos para imaginar cuáles serían sus anhelos..., sirven de acaricia para lo más intocado. Como agua de mayo, ahuyentan nuestros demonios y nos recuerdan que una vez fuimos novatos, incluso en esto de tener que vivir. Por unos instantes, salimos del mundo vigilado de los datos y llamamientos.
"-La música no mora en los instrumentos más bellos ni tampoco reside en los peores. Los instrumentos más apropiados a la música son, sin duda, los que emocionan pero son perecederos, como los cuerpos que envuelven a los hombres." (La última lección de música de Chang Lien)