En el desagüe de la galaxia no manda el dinero, gobiernan los golpes y los empujones hasta que tiran de la cadena, ¡pobre al que le pille debajo!
Nos importan un huevo las coreografías blaugranas y las óperas madridistas, ¿qué coño es esa mierda?, sólo miramos el sustento del mendigo, nuestro vecino.
Ha llegado la hora, la treinta y ocho, la más tenebrosa, el momento en que los harapientos peleamos indiferentes a los estruendosos bostezos de los gigantes.
Samuel Porcel Dieste.