NUEVO DILEMA. En esta ocasión, de la mano de Milos Formal y de la historia que hay detrás. Se trata de El escándalo de Larry Flynt, con el aliciente de que pasó en la vida real, y además de qué manera. Recuperemos la historia. Un adinerado amante de la parodia y fundador de la revista pornográfica Hustler tiene que buscarse a un abogado para defenderse de la acusación de propagar la obscenidad y enturbiar la mente de los jóvenes. Vamos, invertidamente, un Sócrates contemporáneo. Este es el punto de partida para un controvertido debate sobre los límites del derecho a la libertad de expresión y el modo como la afección emocional y el gusto popular pueden llegar a frenar su ejercicio. La cuestión que late en el fondo si el derecho de un personaje público a protegerse de los daños emocionales que pueda ocasionarle un mensaje paródico debe pesar más que el interés público de permitir que cualquier ciudadano exprese libremente su opinión. Para abrir boca, no se pierdan el discurso que el abogado dio en el Tribunal del condado de Hamilton, Cincinnati, Ohio, 1977.
"Señoras y señores, hoy han escuchado aquí muchas cosas. No es mi intención repetírselas, pero deben volver a ese cuarto y tomar decisiones, y hay una cosa que quiero dejarles perfectamente clara antes de que entren. No pretendo convencerles de que debería gustarles lo que hace Larry Flynt. A mí no me gusta lo que hace. Pero lo que sí me gusta es vivir en un país donde ustedes y yo podemos decidir por nosotros mismos. Me gusta vivir en un país donde puedo coger la revista Hustler y leerla si quiero, o tirarla a la basura si es allí donde creo que debe estar. O mejor aún, ejercer mi opinión y no comprarla. Me gusta tener ese derecho. Me importa mucho. Y a ustedes también debería importarles, denlo por seguro, porque vivimos en un país libre. Es algo que decimos tan a menudo que a veces olvidamos lo que significa. Por eso voy a repetirlo: vivimos en un país libre. Y ésa es una idea poderosa. Es un modo magnífico de vivir. Pero esa libertad tiene un precio, y es que a veces tenemos que tolerar cosas que no necesariamente nos gustan. Vuelvan a esa habitación donde ustedes son libres para pensar lo que quieran de Larry Flynt y de la revista Hustler. Pero pregúntense si quieren tomar esa decisión por todos nosotros, porque la libertad de la que toda la gente de esta sala disfruta está de un modo muy real en sus manos, y si empezamos levantando muros contra lo que algunos de nosotros consideramos obsceno, podría ser que una mañana al despertar viéramos que se han levantado muros en lugares que jamás habríamos imaginado, y entonces ya no podríamos ver ni hacer nada. Y eso no es libertad. No es libertad, así que tengan cuidado. Gracias."