Al respecto me pregunto qué tipo de habilidades y patrones son esos, que si se adquieren uno ya es capaz de elaborar cualquier pensamiento crítico, solucionar cualquier problema o ejercer libremente la creatividad. Ahora resulta que es posible adquirir unas pautas de conducta y de pensamiento que pueden hacer frente a cualquier situación y resolver todo embrollo que se nos presente. Parece, según se lee, que hasta el más tonto e ignorante, poseedor de estas herramientas, es capaz de resolver la más ardua cuestión. Pero hay más:
Los estudiantes de hoy son esencialmente distintos a los de hace apenas media generación. Son nativos digitales que no han conocido un mundo desprovisto de tecnología (...) Trabajan en contextos multitarea, por lo que su estructura cognitiva es paralela, no secuencial. Son colaborativos, están expuestos a numerosos estímulos de ocio y entretenimiento que les permiten cultivar habilidades superiores del pensamiento. Son rápidos e inteligentes. No observan, participan (...) No es de extrañar, por lo tanto, que el modelo educativo que les ofrecemos -estandarizado, unidireccional, jerárquico y uniforme-, no responda a ninguno de los rasgos que les caracterizan. (...) Les hemos acostumbrado a aprender de la manera en que les enseñamos, en vez de educarles del modo en que aprenden. Los estudiantes de hoy necesitan una educación que emplee sus códigos de comunicación, en idénticos soportes, y en cualquier lugar y momento del día. El mundo del entretenimiento lo ha entendido. El de la educación, todavía no.
Entonces, ¿debemos crear e idear videojuegos para conseguir que nuestros alumnos aprendan divirtiéndose?, ¿debemos, por tanto, renunciar al lenguaje humano -que no es icónico, sino simbólico-, a su léxico y a sus giros gramaticales, para enseñarles las diferentes disciplinas?, ¿debemos, en definitiva, renunciar a que nuestros futuros ciudadanos ejerzan no sin esfuerzo actividades como la comprensión y la reminiscencia, la intuición o la deducción?, ¿y qué hay de su sensibilidad estética y moral?, ¿o acaso también éstas pueden ser reemplazadas por experiencias llamativas y despampanantes como, se me ocurre, el fenómeno Avatar?