Cuando se dice en tono de reproche de la
filosofía que es un saber inútil, o incluso cuando se dice que, debido a su
inutilidad, es un saber bueno y necesario, se está traicionando a la condición
humana. Decir de la filosofía que vale porque es útil o inútil es no considerar
la naturaleza pensante del ser humano. La filosofía, como la escritura,
acompaña aunque no valiera nada.
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“Escribir es una maldición que salva. Es una
maldición porque obliga y arrastra, como un vicio penoso del cual es imposible
librarse. Y es una salvación porque salva el día que se vive y que nunca se
entiende a menos que se escriba (…) Escribir es prolongar el tiempo, dividirlo
en partículas de segundos, dando a cada una de ellas una vida insustituible.
Escribir es usar la palabra como carnada, para pescar lo que no es palabra.
Cuando esa no-palabra, la entrelínea, muerde la carnada, algo se escribió. Una
vez que se pescó la entrelínea, con alivio se puede echar afuera la palabra” (Notas sobre el arte de escribir, Clarice
Lispector)