No estamos tan lejos
los unos de los otros. Y es así como me hicieron sentir los alumnos mientras les
escuchaba recitar sus poemas o leer atentamente el cuadernillo coloreado al
otro lado. De pronto, un alumno elevaba su mirada, y se daba cuenta de que todo
aquello era algo más que un mero encuentro académico orquestado. De pronto,
una alumna sacaba su cuaderno negro, y, apresurada, leía atentamente su poema
no fuera a ser que esas palabras se
perdieran para siempre. Otra, temblorosa, hacía vibrar su voz con cada verso,
porque estaba segura de que en cada palabra se adivinaría algo de su universo recóndito,
y escondido. Como árboles que enseñan sus raíces, lunas que se acercan hasta
hacerse vulnerables, así me hicieron sentir quienes tuvieron el coraje de
desnudar su alma en el día de ayer.
Luces tenues, palabras que entran, miradas cómplices, relojes que no se miran, nos recuerdan que no estamos tan lejos los unos de los otros.