Hay otros reinos que un alma puede habitar y guardar, que no nacen de un acto de voluntad, o de intelección. No son lugares para el destierro, el refugio o la recreación. No hay que ir a buscarlos, ni tampoco a buscar nada en ellos.
Uno de estos reinos es el silencio, pero no el que se busca para limpiar o afinar el alma. No es el que encuentra el poeta antes de ponerse a escribir, o el pastor cuando al atardecer adivina las estrellas. Es otro silencio, que no admite traslado, historia, ni casi memoria. Nada determinado, prefigurado, planificado.
El bosque, Hanoi Martínez León
El punto de no/saber
Es el silencio lo que hace que no estés en ningún sitio,
que
flotes en ese aire que absorbieron los dioses
cuando
aún vivían azarosos en todos los rincones
es
el silencio que te enreda con todas las músicas posibles
que
nadie puede oír,
que
sólo están en el fondo de tu olvido
cerrado
con tus claves
apenas
eres un colibrí que no aletea,
fijo
en un punto remoto del espacio
en
pleno s ab(v)er/no, (*)
allí
justo donde deben cruzarse los incógnitos pasos que te llaman
(*)
Saber/no
No
saber
Averno
Ver
No
ver
No
Miguel Porcel