Me parece que vale la pena recuperar la reflexión que Javier Marías hace en El País Semanal del pasado domingo sobre la educación en nuestro país (Esos saberes irrelevantes). Diría que dicha reflexión - que también recoge nuestro blog amigo Antes de las cenizas - es, en el fondo, un diagnóstico de la nueva sensibilidad dominante que existe en nuestra sociedad hacia el conocimiento. Esta nueva sensibilidad se traduce en la tendencia a enjuiciar y valorar el conocimiento desde las categorías de la 'utilidad' y la 'rentabilidad', tan presentes en la mentalidad del hombre contemporáneo. La consecuencia más inmediata de este hecho consiste, como deja entrever el escritor español, en una especie de apatía generalizada respecto al valor mismo del conocimiento. Hoy día, gran parte del conocimiento se concibe como algo irrelevante, inútil, inservible, bien porque se considera sustituible por la tecnología, como pasa con la aritmética o la geometría tras la aparición de las modernas calculadoras, o bien porque se piensa que carece ya de relevancia, como le ocurre a la historia, al latín o al griego. Ahora sólo el conocimiento tecnológico - no el conocimiento sobre el funcionamiento de la tecnología, sino el conocimiento rudimentario y primitivo de cómo utilizarla -, es considerado valioso por su supuesta eficiencia y rentabilidad, lo cual hace que nos planteemos si de veras vamos por el buen camino o si, por el contrario, no estamos dando un paso atrás con respecto a nuestras culturas ancestrales que veían en el ser humano y en el conocimiento un bien en sí mismo.