Hay poetisas muy jóvenes. Tanto, que las encuentro entre mis clases de Bachillerato, cuando el reloj da la hora y ellas se acercan con un papel tembloroso, o susurran una idea de la que intuyes aguarda tesoros enormes. Debe ser porque yo también escribía de pequeño y nadie me leía. O porque las palabras, como los gestos, o los gritos, necesitan de alguien que los escuche.
Es lo que enseña esta
joven poetisa llamada Valeria García, de 1º de Bachillerato, parte de
cuyo poemario, dedicada a la mujer, y a la vida, compartimos con vosotros:
III) Mujeres del mundo
Mujeres del mundo,
Madres, novias, hermanas, tías, abuelas,
Por las que están y por las que nos dejaron,
Calladitas no estamos más guapas.
Gritad, por ella, por ti, por nosotras,
Seguid gritando,
Estamos preciosas gritando.
V) Tiempo
Todo crece y se desfigura.
El tiempo pasa y todo acaba.
Emparanoiada sobre tiempo y evolución,
Sobre cómo corre y mata,
Sigo aquí sentada
En esta mesa
Fumando.
VII) Mujeres
Se hace muy difícil mirar recto, con la cabeza
alta, cuando todo lo que escucho en mí es a una niña llorar, a una madre
suplicar y a una anciana caer rendida porque no lo soporta.
Siempre he estado llena de mujeres fuertes, he estado rodeada de mujeres increíbles. Me han enseñado, cuidado, castigado, criticado, amado... da igual de qué forma o con qué palabras me hayan tratado, todas me han hecho la que ahora soy, día a día.
Estoy orgullosa de cada una de mis mujeres, las
que me han hecho aprender
y de las que aún me queda mucho por hacer.
IX) Esa botella de vino
Suelo asociar a las personas,
letras,
números
y sentimientos a colores.
Todo en mi vida debería ser arcoíris,
pero solo me haces ver negro.
La luna me hace perderme en ella,
como ese te quiero,
vacío,
que dibujaste gris mientras me movía lento.
Había tres estrellas fugaces,
Siete latas de cerveza,
Un condón usado,
una ilusión.
Nuestro suspiro se lo llevó esa botella de vino.