En numerosos lugares encontramos que el camino del prisionero de la caverna de Platón hacia la luz es el paso de la inconsciencia a la consciencia, de la oscuridad de la noche al despertar de la vigilia, como si sólo al final aquel fuera completamente poseedor y dueño de sus facultades. Y así, se ha visto en el cine contemporáneo -pienso en Matrix, Desafío total, El show de Truman, La isla...- recreaciones del viejo mito. Por ejemplo, se ha dicho de Matrix que representa la liberación platónica de la oscuridad al mundo de la luz, de lo ilusionante a lo verdadero...
Nada más lejos de la realidad. En la caverna no hay ni puede
haber ninguna forma de provocación externa ni dirigista; no hay ni puede haber
ninguna forma de control o manipulación de los estímulos, como sí aparece desde
un comienzo en la historia de las hermanas Wachowski. Quien en la caverna sigue
el camino no lo hace movido por estímulos provocados por una instancia o una
inteligencia superiores, sino por el deseo de luz, que además se presenta bajo
la forma de lo innombrable o indecible, y no como en la película, en la que
enseguida, a los ojos de Neo, aparece definida en el nombre de
"Matrix".
El camino del prisionero es la «senda de la
luz». Como tal, necesita ser continuado por quienes alcanzan a sentirla.
"No puede ser casual que fuera la gente más inculta y
analfabeta de aquella época los que primero vieran la gloria. Algo quiere decir
este hecho: quizá que mucha letra embota. O que tener la cabeza con grandes
ideas nos impide ver lo que tenemos delante. O que un corazón sencillo vale más
para la vida que todas las explicaciones juntas." (Pablo d´Ors,
Biografía de la luz)