Un abrigo verde de franjas amarillas se revuelca solitario la tarde de un viernes. A través de la ventana de la clase lo miro mientras va llenándose de tierra y hojas secas de roble. Ahí yace gobernado por la ley del viento y ya ajeno a los asuntos humanos, y a la historia de quien lo portaba.
Sueño de la noche del 15 de diciembre