La vivencia del problema está en el origen del conocimiento. La vivencia del problema supone la confrontación de dos realidades: la razón (que busca comprensión) y lo problemático (que necesita de una razón, de una explicación) Mientras que la razón se ocupa de dar razones, lo problemático las demanda, las exige. La razón, sujeta a la necesidad de dar explicaciones, se dispara cuando se encuentra con lo enigmático, lo insostenible, esa realidad indigente, falta de razón, de fundamento; de ahí que el alumno tenga que vivir el problema, el aspecto problemático de lo real, para iniciar o recorrer el conocimiento. De otra forma, si no hay tal vivencia, la razón se envaguece, se oxida, y sólo actúa por opresión externa, porque dicen los demás que hay que usarla y respecto a lo que hay que usarla.
Labor del profesor es crear el camino para la intuición del problema, recrear las condiciones que hagan posible su comprensión. Entiéndase bien: no se trata de hacer de los alumnos instrumentos al servicio de la resolución de problemas, sino de darles la oportunidad para que se hagan ellos sujetos de conocimiento. No se trata tanto de darles respuestas como de dar ocasión a que ellos se respondan.