-¿Cuál es tu propósito del nuevo año?
- Me preguntan.
Como si los años tuvieran que llenarse de propósitos o los propósitos tuvieran que iniciar los años. Bien pensado, mi propósito –si tuviera que hablar de alguno- es entrar en las cosas sin propósito alguno, con los ojos abiertos para escuchar lo que ellas tengan que decirme. Entrar en las cosas, y las personas, como hacen los niños cuando ven una casa abandonada o abren un libro misteriosamente escondido. Entrar en la vida sin mediación de ninguna meta, y sin objetivo que nuble mi atención. Entrar abierto a lo que salga al paso, sin miedo de que esto nos vaya a hacer daño o de que nosotros lo vayamos a infringir. Entrar como cuando sentimos por primera vez y las palabras llegan a nosotros para ser pronunciadas. Vivir inesperadamente, abriendo frutos por el placer de abrirlos para volver a dejarlos en su lugar. Vivir dejando hablar a los libros y a las personas realizando el último de los gestos. Vivir respetuosamente, sin invadir el espacio de nadie y callando cuando encontramos el espacio invadido. Vivir dejando que los ríos sean ríos y su belleza cosa de todos.